La conclusión del club de países es que el incremento por ley de los salarios más bajos provocó un aumento significativo de los sueldos de los trabajadores que ganaban menos, no solo de los que cobraban el SMI, y que generó destrucción de empleo, pero muy poco significativa. “En resumen, la subida del salario mínimo provocó un incremento significativo en los sueldos de aquellos con pagas más bajas, y solo se perdió un número muy limitado de puestos de trabajo entre los trabajadores directamente afectados», concluye la organización internacional. Es decir, concluye que subir el salario mínimo sí destruyó empleo -provocó que algunas empresas despidiesen o que otras no contratasen por el aumento de los costes-, pero el coste fue tan pequeño que mereció la pena. En concreto, calcula que el empleo se redujo un 0,6%, alrededor de tan solo 7.400 trabajadores entre los que sí cobraban el SMI. Es reseñable que el número de empleos perdidos que cita la OCDE apenas llega al 20% de lo que señalaba el informe sobre el mismo tema del Banco de España.
En total, si se tiene en cuenta al conjunto de los trabajadores, la OCDE calcula que en total se perdieron o dejaron de crear 17.800 empleos, frente a los 100.000 que calculaba el Banco de España y los 27.000 que estimaba la Fundación Iseak, liderada por la economista de la Rica y que protagonizó algunos titulares cuando el Ministerio de Trabajo trató de ocultar el informe que les había encargado sobre este mismo tema. Hay que recordar que esta subida concreta del salario mínimo fue especialmente porque supuso un incremento del 22% de estos salarios, afectando al 7% de todos los trabajadores en España, como también recalca la organización internacional.
En ese momento, el debate sobre si la medida sería principalmente beneficiosa o perjudicial para el mercado de trabajo acaparó todos los informativos. El Ministerio de Trabajo, en ese momento encabezado por Magdalena Valerio, mantenía que la decisión sería positiva, dignificando los salarios de miles de españoles, pero al mismo tiempo las organizaciones de empresarios pusieron el grito en el cielo asegurando que muchas pequeñas y medianas empresas no podrían asumir el aumento, que terminaría provocando un roto incompensable en sus cuentas. “Las empresas españolas no están preparadas para soportar 280 euros (entre gastos mínimos directos e indirectos) más por trabajador y mes”, se puede leer hoy en algunos artículos publicados entonces.
Finalmente y según la OCDE, la medida además tuvo importantes efectos sobre el resto de la masa salarial. Si bien subir el SMI tuvo poco o casi ningún efecto entre los trabajadores con mejores salarios de España (los que ganan más de 1.320 euros al mes), aquellos con sueldos inmediatamente por encima del salario mínimo sí vieron subir sus salarios considerablemente, alrededor de un 1,2%. Sería en este grupo en el que se habría producido una caída del empleo del 0,3%, es decir, de alrededor de 10.400 puestos adicionales. «Sin embargo, el efecto total en el empleo relativo a la subida del salario mínimo sigue siendo bastante pequeña y más pequeña que la encontrada en estudios similares», concretan los autores del informe.
En tercer lugar, los investigadores también aprecian que subir el SMI parece que reduce la segmentación del mercado de trabajo, porque hace más atractivos los contratos indefinidos para los empleadores. Es decir, que los contratos open-ended se aprecian como más interesantes para los empleadores una vez no pueden pagar salarios tan bajos como antes, por lo que este grupo de asalariados tiende a crecer cuando se suben los salarios más bajos. Lo que deja de lado, aunque la OCDE asegura que lo abordará en futuros estudios, es la perspectiva de las empresas para conocer cómo afectó a sus costes un incremento así de los costes salariales.