Y es que el calado de la fusión es tal que muy pocas autoridades financieras aprobarían a las primeras de cambio el nacimiento de uno de los primeros bancos europeos, lo cual requiere ciertas prevenciones, pero lo que no es de recibo es la reacción sectaria de los miembros del Gobierno Sánchez que, al sentirse fuera “del negocio se han cogido un globo monumental y han reaccionado cual torpes criaturas.
El problema es que la actuación de la cúpula del banco vasco ha evidenciado que el sector financiero no depende de este gobierno de mediocres gestores y que se siente con la suficiente autonomía como para tomara decisiones con libertad y sabiendo eso si, que tiene que atender los intereses de sus dueños, los accionistas , ante los que si debe responder, puesto que lo que esta en juego son los dineros de esos señores y no los de Sánchez o Cuerpo y mucho menos los de los políticos que han salido como desaforados a reclamar “su banco” como si hoy en día Sabadell o BBVA fuesen de esta o aquella región, o dependiesen del “honorable cateto” que controla la administración política de esta o aquella región.
Y es que estos señoritos no se han dado cuenta de que en estos años, además de que ellos hayan tomado el poder al asalto y sin cumplir los mínimos requerimientos democráticos como el respeto a la separación de poderes, o el declarar el uso de los bienes y recursos públicos, las grandes empresas españolas se han trans formado en enormes multinacionales cuyos propietarios ya no son la señora Matilde, sino enormes fondos de inversión que reclaman una gestión en la que prima el beneficio y no lo que diga el presidente de este o aquel partido.
Pero en fin, esta cosas se aprenden a palos y eso es lo que van a empezar a recibir, mal que les pese.