«Es posible que el oro llegue a la zona del 2.600 dólares, ya que el impulso alcista se mantiene bastante, apoyado en parte por la caída del dólar y la posibilidad de una reducción de tipos de interés en Estados Unidos», explica Londoño, analista de mercados de ActivTrades. Sin embargo, las previsiones de que su buen comportamiento se mantenga en el más inmediato corto plazo no son mayoritarias. Tal y como recoge el consenso de mercado de Bloomberg, la media de firmas de inversión espera que el oro se mantenga por debajo de la zona de los 2.500 dólares al finalizar el año y que retroceda hasta los 2.450 dólares de cara a mediados de 2025.
«El comportamiento del precio del oro este año ha sido notable, no sólo por los máximos históricos alcanzados, sino también por los factores que lo han impulsado», afirma Menke, economista Julius Baer, que explica que el repunte de primavera se produjo sin el apoyo de los motores tradicionales del oro, como son el dólar estadounidense, los rendimientos reales de los bonos del país norteamericano y la demanda occidental de refugio».
Desde la entidad suiza señalan que en su lugar, el mercado del oro se centró plenamente en la demanda de inversión china y en las compras de los bancos centrales, sobre todo del Banco Popular de China, pero a partir del comienzo del verano, ambos han estado ausentes del mercado. Pese a ello, «esto no ha perjudicado a los ánimos alcistas del mercado del oro, ya que la atención se ha vuelto a centrar en las perspectivas de crecimiento y la política monetaria de la Fed, lo que ha hecho que el dólar y los rendimientos reales de los bonos de EEUU vuelvan a ser los protagonistas últimamente».