La mayoría de las empresas farmacéuticas y biotecnológicas gozan de acceso a la financiación externa para ayudar a sostener sus elevados costes de I+D. Además, la IA y el análisis de macrodatos están mejorando la eficiencia en el desarrollo de fármacos.
En la Unión Europea los indicadores financieros de la industria son sólidos, pero algunas pymes podrían enfrentarse a problemas para financiarse. Existe cierta preocupación por la competitividad del sector farmacéutico europeo: por un lado, frente a China e India en los segmentos de genéricos e ingredientes activos; por otro, ante Estados Unidos en el ámbito del desarrollo de nuevos medicamentos. Los reguladores han mostrado su interés por incentivar el desarrollo de capacidades propias de fabricación y almacenamiento para evitar futuros desabastecimientos. Los próximos años en Europa estarán marcados por una dinámica de fusiones y adquisiciones entre grandes productores y farmacéuticas y biotecnológicas especializadas más pequeñas.
El aumento previsto de las ventas a nivel global se situará en un 3% en 2024, un 4% en 2025 y un 3,6% en 2026. Los mercados emergentes irán adquiriendo gradualmente una mayor cuota de producción, a medida que las mejoras de sus sistemas sanitarios y las cadenas de suministro aumenten la accesibilidad y la producción, por lo que las mayores tasas de crecimiento se registrarán en las regiones de Asia-Pacífico y Oriente Medio.
El sector cuenta con fortalezas como su resistencia estructural: los productos farmacéuticos son esenciales y suelen verse menos afectados por las recesiones económicas que otros más cíclicos. A medio y largo plazo, los fabricantes de especialidades, medicamentos para enfermedades crónicas y genéricos encontrarán oportunidades de crecimiento en el envejecimiento de la población en los mercados desarrollados y en China.
Uno de los principales riesgos a la baja es la evolución del gasto sanitario público. Estados Unidos, Japón y la mayor parte de Europa Occidental están imponiendo políticas de precios a la industria para reducirlo, en un contexto de elevada deuda pública y déficit fiscal. La industria argumenta que estas políticas limitan sus márgenes y reducen sus incentivos para invertir en I+D, lo que a largo plazo supondrá una limitación al desarrollo de nuevos medicamentos y la capacidad de producción.
El sector también afronta un punto de giro de sus patentes: las 15 más importantes expirarán en la próxima década. Los beneficios de sus fabricantes podrían disminuir si no son capaces de reducir costes o desarrollar productos alternativos para mantener sus márgenes. Además, el sector hará frente a una creciente presión sobre los aspectos medioambientales de su cadena de valor.