La tasa subyacente disminuyó hasta el 5,8% y el núcleo inflacionista hasta el 4,4%, lo que supone tres y cuatro décimas menos, respectivamente. Tanto la tasa general como la subyacente se movieron en la dirección esperada, al alza y a la baja, respectivamente, aunque ambas fueron menores en una décima a lo esperado. Este ligero desvío se debe a un mejor resultado de la mayoría de los componentes de la subyacente
Los alimentos elaborados redujeron su tasa de inflación hasta el 10,8%, debido a que la mayoría de los productos de esta categoría registraron descensos en su tasa inflación en septiembre. Si no fuera por el aceite de oliva, que continúa registrando incrementos de precio muy elevados –10,1% de encarecimiento en septiembre–, el grupo de alimentos elaborados habría tenido una repercusión negativa en la tasa general de inflación.
Los bienes industriales no energéticos (BINE) redujeron su tasa hasta el 3,6%, sobre todo por los automóviles y prendas de vestir, mientras los servicios mantuvieron la suya en el 4,5%. Respecto a los grupos más volátiles, los alimentos no elaborados incrementaron su tasa en tres décimas hasta el 8,8% debido al pescado, frutas, legumbres y hortalizas (estas últimas con un encarecimiento del 5,6% en septiembre). Los productos energéticos se encarecieron un 2,2%, lo que, unido a un importante efecto escalón, ha dado lugar a que su tasa interanual se eleve desde el -21,5% hasta el 14%. Los combustibles y, en menor medida, la electricidad, aumentaron sus precios, mientras que el gas registró una bajada.
La desinflación continúa afianzándose lentamente. De las 199 subclases de productos que componen el IPC, en septiembre fueron 105 las que registraron una tasa de inflación superior al 4% –en agosto fueron 108–, frente a las 130 a principios de año. A la inversa, el número de subclases con una tasa inferior al 2% se sitúa en 56 –en agosto fueron 52–, desde el mínimo de 34 en enero y febrero. Se mantiene el escenario de previsiones que parte del supuesto de que el precio de esta materia prima se situará en torno a 90$ durante todo el periodo de proyección. Otro supuesto de partida consiste en que el precio del Mibgas será el descontado en los mercados de futuros.
En base a estos supuestos, durante los próximos meses se agudizará el efecto escalón, que ya se está observando, sobre la tasa de inflación energética, lo que supondrá que la tasa de inflación general seguirá en ascenso. La tasa subyacente, por el contrario, continuará su lenta trayectoria descendente. Así, la tasa de inflación general esperada para diciembre de este año es del 4,8%, una décima menos respecto a la anterior previsión, y su media anual del 3,8% (revisada a la baja en una décima).
La tasa media anual de la subyacente se mantiene en el 6,2%. Para 2024, se espera una tasa media del 3,6% en el índice general (revisada al alza una décima porcentual) y un 3% para la subyacente (se mantiene la previsión).
En un escenario alternativo en el que el precio del Mibgas sea un 20% superior al descontado en los futuros, la tasa media de inflación el año próximo será del 4,1%, mientras que, si dichos precios fueran un 15% inferiores, la tasa general sería del 3%. Finalmente, es importante señalar que estas previsiones no incluyen el impacto de una posible retirada de las medidas introducidas en respuesta a la crisis energética –como la rebaja del IVA de la electricidad y de algunos alimentos básicos y la subvención del transporte público–, vigentes en principio hasta el 31 de diciembre de este año. Se estima que, a partir del momento en que se produzca dicha retirada, la tasa interanual podría ser en torno a tres décimas porcentuales superior a las recogidas en estas previsiones.