Y ese momento no es otro que el que marca la pérdida del tempo, una de las grandes virtudes del Sánchez triunfador y aglutinador de intereses espureos de la progresía más cutre. Desde Moncloa habían previsto la superación de la crisis auspiciada por Lobato con una estrategia de silencio sobre el tema y una especial atención del líder a los damnificados de la inundaciones, aprovechando además el anuncio de mas ayudas para herir a Feijoo con la figura de Monzón, cada vez mas diluida.
Pero, de repente una entrevista radiofónica se ha dejado oír en el, hemiciclo y toda esa estrategia se ha derrumbado. Las denuncias de Aldama y los datos que aportaba tras las preguntas de Herrera dejaban a los socialistas hundidos. Rápidamente, el PSOE enviaba un comunicado a la prensa que era el fiel reflejo de su impotencia. En su nota a los periodistas, Ferraz lamenta que «delincuentes confesos están marcando la agenda política de nuestro país sin aportar una sola prueba en el juzgado», causando un «daño reputacional» al partido. Y conminaba al empresario a «probar de inmediato lo dicho».
Con ello y los medios afines al sanchismo largando la información a toda velocidad esperaban dejar al numero uno tranquilo y con capacidad de respuesta en la sesión de control. No ha sido así. Por que poco después, desde Babajoz la jueza de instrucción anunciaba la imputación del hermano y lo llama a declarar en pocos días.
Y por si todo ello fuera poco, tras el aldabonazo del hermano, el líder socialista madrileño anunciaba su dimisión como y en su nota ponía a caldo a don Pedro y sus tejemanejes políticos.
En fin , una mañana como pocas para un personaje acostumbrado a salirse con la suya en los últimos años y que todavía ayer presumía de estar en el poder los tres años que faltan de Legislatura y “los que vengan después”. Evidentemente, su capacidad de subsistencia ha sido notable pero en estos momentos su dependencia para gobernar de terceros le coloca en una posición demasiado débil, que en cualquier momento puede convertirse en una imposibilidad total para gobernar y obligarle a salir de La Moncloa, cosa complicada pero no imposible.