Por eso puede ser tan relevante como algunos han creído el resultado final de ata primeras elecciones autonómicas, porque pueden marcar el ritmo de la debacle del imperio sanchista, del que como siempre sucede se irán desembarcando muchos de los que no solo han contribuido a su creación, sino que ha sabido sacar importante réditos en forma de todo tipo de gabelas.
Y será también un aviso importante para el propio líder de esa forma de entender la política, el mismísimo okupante de la Moncloa que deberá iniciar una fase de retirada por si, cuando llegue el momento de su renovación ante las urnas, esta no se produce y debe de abandonar el poder. En ese sentido, puede ser que los próximos meses sean los de una actuación política a la desesperada en la que veamos cosas aún mas impensadas de las que hemos presenciado en los últimos tiempos. Hay que darse cuenta de que un emporio como el sanchista cuando entra en descomposición es capaz de cualquier cosa y si a ello le sumamos el calendario de actuaciones judiciales de su entorno familiar y político sus decisiones pueden ser incluso peligrosas.
Pero, los populares tampoco pueden sentirse satisfechos. Es cierto que han ganado, pero de nada les vale, salvo que sean capaces de conseguir que Vox se abstenga en cada una de las votaciones que tengan lugar en los próximos tiempos y esa es una situación compleja dadas las relaciones que ambas formaciones mantienen
Tampoco puede estar satisfecha la ultra izquierda. Los cinco representantes de UPE son la clara consecuencia de lo que en realidad son o significan en la politica española. La moda de esa extrema izquierda que conforman corpúsculos y corpúsculos con distintos nombres ha entrado en una espiral de autodestrucción que ya prácticamente se ha llevado por delante a Sumar y dejara a esa forma de hacer político en lo que fue.
Finalmente el que mas crece es el partido de Abascal, pero es un crecimiento que sirve para poco, salvo que se entienda con los populares y eso parece difícil.
Así que la gobernabilidad sigue siendo la gran asignatura pendiente de la política española
