Sánchez pasa al ataque pese a las dudas de los socios y con la incertidumbre de cómo avanzará el calendario judicial
Sánchez descarta elecciones y reta a PP y Vox a presentar una moción de censura: «Los audios nos repugnan y nos indignan»
«Compartimos la decepción e indignación. Pero vinimos a mejorar la vida de la gente y vamos a seguir adelante», asegura Sánchez. «Con la misma ilusión y ganas que el primer día. Contad conmigo. Cuento con vosotros».
El líder del PSOE defiende que «no hay un sistema podrido en España cuya reforma haya que abordar políticamente», pese a admitir que hay «corruptos» en España, y asegura: «Expulsamos a quienes nos fallan para seguir adelante».
Sánchez también reconoce que hay «actos que repugnan» y que son «totalmente incompatibles con los valores progresistas y profundamente feministas» del PSOE.
Querida compañera, querido compañero:
Sé que muchos de vosotros vivís estos días con dolor, indignación, y una mezcla de desconcierto y tristeza. Compartimos ese sentimiento. Ningún militante de un partido como el nuestro puede mirar con indiferencia las noticias de actos que nos repugnan. No sólo por la falta de ejemplaridad. Sino por el machismo que proyectan algunas declaraciones conocidas, totalmente incompatibles con los valores progresistas y profundamente feministas de nuestra organización.
La sospecha de que compañeros que ocuparon altas responsabilidades hayan traicionado la confianza de este partido y de los ciudadanos es una herida que nos duele a todos. Desde el primer momento, hemos actuado con contundencia, pidiendo la renuncia inmediata de quien estaba implicado. Sin matices ni ambigüedades. Sin confundir jamás la lealtad con la complicidad, ni la presunción de inocencia con la impunidad.
Ningún partido está a salvo de la infamia de la corrupción. Pero lo que marca la diferencia es cómo se reacciona ante ella. Y nosotros siempre lo haremos en coherencia con nuestros valores, los de una organización democrática, decente y comprometida con el interés general.
Nosotros expulsamos a quienes nos fallan; otros, los protegen. Nosotros tomamos decisiones rápidas y ejemplarizantes; otros escriben mensajes de apoyo. Nosotros denunciamos las prácticas corruptas; otros las encubren y amparan, valiéndose incluso de policías patrióticas.
Que no conociéramos el informe de la UCO antes de su publicación, como quedó públicamente acreditado, habla de la salud democrática de nuestro país. Y demuestra que, en la España que estamos ayudando a construir desde el gobierno, el poder ejecutivo no interfiere en investigaciones que dependen del poder judicial, como sí ocurrió en buena parte de la década pasada. Por el contrario, lo que sí es censurable es que se haya puesto el contenido de ese informe al servicio de un intento deliberado de la derecha para derribar a un gobierno legítimo.
España tiene corruptos, es cierto. Pero también tiene instituciones que funcionan, una ciudadanía exigente y un gobierno que no se esconde. Y, por supuesto, tiene un Partido Socialista Obrero Español limpio, con miles y miles de militantes como tú que trabajan y colaboran día tras día para construir un país mejor, y un mundo más justo.
El difícil momento que vivimos no debe hacernos perder la perspectiva. No hay un sistema podrido cuya única reforma haya de abordarse políticamente. Hay una democracia que se defiende de los casos de corrupción, con la ley y la justicia.
La corrupción se combate con mejores medios y las herramientas adecuadas. Y es lo que haremos, apelando una vez más al debate sereno con quienes quieran sumarse a él para aportar y mejorar. Si la derecha se borra de ese debate, como seguramente hará, es porque su prioridad es otra: derribar al gobierno al precio que sea.
Tienen a su disposición una herramienta prevista en nuestro ordenamiento, como la moción de censura. Si pretenden hacer uso de ella, que sean coherentes con el sentido con que la define nuestra Constitución y presenten un proyecto alternativo de país. No lo harán. Porque carecen de él. Porque no les une lo que quieren construir, sino lo que pretenden destruir.
Y porque lo único que son capaces de ofrecer pasa por el apoyo de una fuerza de ultraderecha incompatible con el progreso, los derechos y las libertades que tanto costaron levantar en España. Lamentablemente, el Partido Popular y Vox están en una deriva de odio y legitimación de la violencia que se refleja, entre otras cosas, en el acoso a muchos militantes socialistas y en el ataque a numerosas casas del pueblo. Unos y otras tienen toda mi solidaridad y apoyo.
Puede que el Partido Popular haya renunciado a defender las conquistas y valores fundamentales de nuestra democracia. Nosotros jamás lo haremos.
Sé que la decepción que implica este caso es enorme. Soy el primero en pedir perdón por lo que representa. Pero no debemos olvidar el sentido de todo lo que hemos alcanzado en estos años, ni mucho menos detener la lucha contra la corrupción. Hemos aprobado medidas de transparencia y control como nunca antes. Hemos lanzado una ofensiva fiscal sin precedentes. Y hemos elevado los niveles de rendición de cuentas y mejorado la posición de España en los rankings internacionales de percepción y de lucha contra la corrupción.
En eso y en otros ámbitos, no perdamos la perspectiva. Hay muchos asuntos esenciales que ocupan nuestro día a día: sanidad, vivienda, pensiones, empleo, lucha contra el cambio climático o defensa de la igualdad. Por los que no cejamos en el empeño. Son la razón de ser de nuestro compromiso político. No son una herramienta de desgaste. No se resuelven con titulares ni con indignaciones. Sino con trabajo y políticas públicas justas, modernas y eficaces.
Para eso obtuvimos y conservamos la mayoría en el parlamento. Y por todos esos desafíos vamos a seguir obrando. Con la misma ilusión y ganas que el primer día. Con más aún si cabe, porque en los peores momentos nos hemos crecido ante la adversidad, dando lo mejor de nosotros mismos.
Compañeras, compañeros:
Sé que la decepción es enorme. Pero también debemos tener claro que nos enfrentamos a una operación de demolición moral, por procedimientos que convierten aún más peligro para la democracia que aquella que pretenden atacar.
La mejor forma de salir de esta prueba es recordando por qué estamos aquí. No hemos venido a un lugar cómodo, hemos venido a luchar: a luchar por la gente, a combatir la desigualdad y a defender las libertades. Y no vamos a permitir que nada nos aparte de esos anhelos en los que millones de personas han depositado sus esperanzas.
Ahora es el momento de la templanza y la iniciativa para combatir un mal que ataca la esencia misma de la democracia. Es momento de actuar con responsabilidad y valentía. De saber cada acto que hagamos debe ser comprensible para la ciudadanía, respetuoso con nuestros valores, y útil para la democracia.
Contad conmigo. Yo cuento con vosotros.
Con afecto y confianza,