Muy al contrario, la elección del nuevo presidente de la institución con sede en Luxemburgo aún puede demorarse hasta la primavera de 2024, y Sánchez está dispuesto a mantener el puesto de Calviño en el Consejo de Ministros, con sus atribuciones actuales, durante el tiempo que sea necesario.
Es cierto que los acontecimientos podrían discurrir más rápido de lo previsto. Ya en el mes próximo tendrá lugar la última reunión de este año de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin), y en ella volverá a abordarse la cuestión pendiente de la renovación de la Presidencia del BEI. Es más, este mismo mes habrá un Ecofin extraordinario en el que, probablemente, el debate sobre el relevo figure en la agenda.
Calviño, además, acudirá a esas dos citas en una posición especialmente reforzada. No en vano ya cuenta (al menos oficiosamente) con el respaldo del Gobierno alemán, liderado por Scholz frente a la que sería su rival de más peso, la vicepresidenta y comisaria de Competencia Vestager. El apoyo de Alemania, uno de los pesos pesados en el accionariado del BEI, constituye un aval clave, pero no quiere decir que la suerte esté definitivamente echada. En consecuencia, nadie puede asegurar que el Ecofin de diciembre sea aquél en el que se decida el liderazgo del Banco de Inversiones y, tras esa nueva demora, la decisión está abocada a posponerse a marzo-abril de 2024 prorrogando el mandato de Werner Hoyer. Y aún ese plazo podría ser también prematuro.
Fuentes comunitarias recuerdan que el próximo es un ejercicio en el que la Unión Europea afronta elecciones (en el mes de junio) y eso implica una cascada de renovaciones de cargos en las instituciones de la UE. Tan prolija tramitación podría provocar que los Estados miembro se concentraran en la designación de cargos como los propios del colegio de comisarios y pospusieran aún la renovación del BEI. No sería ni mucho menos la primera demora que este último proceso experimenta. Cuando Calviño se postuló, en agosto pasado, para la Presidencia de esa institución, comenzó poco después a especularse con la posibilidad de que ella o Vestager fueran designadas en el Consejo Ecofin de Santiago de Compostela, celebrado el pasado septiembre. No ocurrió así y la carrera sigue abierta.
Lo cierto es que estos retrasos pueden suponer una ayuda para los planes de Sánchez. Aparte de su interés por seguir contando con Calviño en su equipo, el presidente del Gobierno está interesado en que su vicepresidenta primera siga en vanguardia de las negociaciones con los socios europeos como mínimo hasta que España deje la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea el próximo 1 de enero.
Es más, Calviño es quien ha llevado la iniciativa en un debate tan importante como aquél en el que se definen las nuevas reglas fiscales para los Estados miembro y en Moncloa quieren que continúe con esta tarea, aunque la posibilidad de un acuerdo definitivo este año se antoje muy complicada. La continuidad de Calviño dejaría en dique seco otros nombres que han sonado con fuerza para pilotar el Ministerio de Economía desde que, pasadas las elecciones del 23 de julio, se conoció la intención de Calviño de optar a liderar el Banco Europeo de Inversiones.
Uno de los, en principio, mejor posicionados era el actual ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá. El antiguo presidente de la AIReF estaba en condiciones de recibir este cargo como recompensa para haber sacado adelante la reforma del sistema de pensiones, cuyo tramo final se presentó en marzo pasado.
La consecución de dicha reforma era una condición sine qua non para que la Comisión Europea continuara liberando los pagos vinculados a las ayudas anticrisis NextGeneration EU y ese examen quedó superado. Por ello, hay indicios de que Escrivá continuará en el Gabinete de Sánchez pero no, probablemente en Economía.