La situación además de insólita plantea ciertas dudas sobre el modo de actuar de un presidente al decidir que durante los próximos día clausura su agenda, una agenda que en gran medida no es suya, sino del Gobierno, porque por muy grave que sea la situación personal del presidente no tiene razones para actuar como lo ha hecho.
La información que circula en torno no solo a su mujer, sino a su familia es de carácter personal y Sánchez debe de asumir que el hecho de ser presidente no le permite actuar de esta manera y el farol le puede salir muy, muy caro.
Entre otras cosas porque la explicación que nos facilita el lunes tras este largo e insólito periodo de reflexión debe ser muy clarito y a pesar de ello debe de calar en la sociedad, puesto que el pulso que representa esta decisión frente a la sociedad española es de tal calibre que resulta complejo calibrar cual puede ser el resultado político de una operación que mas que jornada de reflexión, se asemeja a un asalto mortal sin red y eso, a veces no sale bien.
Por otra parte, la situación política general no es la mejor. Por mucho que quiera disimular, gobernar como él lo hace y en la situación de estrés en la que tiene que negociar cada paso que da por su derrota electoral del pasado mes de junio agota al mas entrenado y si además las previsiones del futuro próximo no son nada halagüeñas pues lo menos que le puede pasar es que entre en un estado depresivo del que le sea complicado salir cuando los escándalos son los que son.
De momento habrá que esperar al lunes y ver como se solventan los eventos convocados y comprometidos de estos días.
De cualquier forma g¡habra que esperar a que los acusados por Sanchez de ser los culpables espirituales y materiales de estos ataques respondan de alguna manera a las burdas acusaciones de un mago inaduro lloron que de repente ya no tiene mas conejos que sacar de su chistera,