Desde el primer minuto la bronca estaba garantizada. «Usted es un presidente profundamente atrapado en una trama de corrupción […]. ¿Es verdad que usted le advirtieron hace meses que el señor Cerdán era un corrupto. Por mucho que se maquille, usted no es la víctima, la víctima somos los españoles. Usted es el máximo responsable. Ahórrese los numeritos de cordero degollado porque usted, continuando con el símil, es el lobo que ha liderado una manada corrupta todos estos años y ha dado un giro muy peligroso a la voluntad popular», atacó Feijóo.
El jefe del PP rebatió al líder socialista sus palabras del pasado lunes en Ferraz, cuando admitió que si convocaba elecciones ahora las perdería y que entregar las llaves de la Moncloa a la derecha y la ultraderecha sería una «irresponsabilidad». «No tiene que salvar a los españoles de sí mismos. Los españoles quieren salvarse de usted. La única carta que esperan es la carta de dimisión. ¿Piensa redactarla o ya no le queda ningún respeto para los españoles?», le inquirió.
El único adelanto que va a haber no es el de las elecciones, es el de la más que lógica sentencia de muchos casos de corrupción a la vuelta de verano que afectan al Partido Popular», se despachó Sánchez, en línea con su línea defensiva del lunes. «La corrupción cero no existe, pero en mi organización la tolerancia contra la corrupción, por supuesto, es absoluta —dijo literalmente, en un lapsus que minutos después le afearía irónicamente Feijóo—. Nosotros la expulsamos, a diferencia de ustedes, que expulsan a aquellos que denuncian la corrupción, si no pregunten al señor [Pablo] Casado o a usted mismo, que le auparon a la presidencia del Partido Popular para tapar los casos de corrupción de la señora [Isabel Díaz] Ayuso».
El presidente reconoció que el caso Cerdán, la última derivada del caso Koldo, es «un caso de corrupción que ha sido doloroso para el PSOE». «Pero hemos actuado», reivindicó, «y le digo una cosa, por mucho que ustedes empeñen, por mucho fango que metan, desde luego esto no va a opacar el extraordinario momento económico y laboral, y de convivencia que atraviesa nuestro país».
«La tolerancia [del PSOE] con la corrupción es absoluta, efectivamente», se mofó Feijóo de vuelta, aprovechando el traspié de Sánchez. El jefe del PP retomó los argumentos del líder socialista del lunes: «Amañamos primarias, pero no gobierna el PP. Adjudicamos contratos por mordidas, pero no gobierna el PP. Perdonamos multas fiscales a cambio de favores, señora [María Jesús] Montero, pero no gobierna el PP. Nos repartimos prostitutas con dinero público, pero no gobierna el PP. Tremendo, señor Sánchez. Está usted en todas las portadas de la prensa europea».
Feijóo se esperaba que en su primera respuesta Sánchez le desafiara a la cara con la moción de censura, pero no lo había hecho. «Tranquilo, no me faltan ganas, me faltan cuatro votos. Si aparece, no lo dudaré ni un instante. Y quién sabe si aparecerán. ¿Sabe por qué? Porque Ábalos fue el principio, pero Cerdán no será el final». El jefe del PP se dirigió entonces a los socios del Gobierno, cuyo voto sería imprescindible para desalojarlo del poder. Los tentó, aunque no pudo acabar porque se le acabó el tiempo: «Señorías del PNV, de Junts, de ERC…».
En la réplica, Sánchez se entregó por completo al y tú más, a la dosis de recuerdo de los casos de corrupción, que no son «del pasado», sino «del presente»: la investigación sobre el novio de Ayuso por «tramas de corrupción vinculadas con su servicio profesional», el cese de interventores de la Junta de Andalucía, la trama eólica que afecta a la Junta de Castilla y León o el conselleiro de Alfonso Rueda que tuvo que dimitir por una presunta agresión sexual. «Le digo una cosa, el PP es una enciclopedia de corrupción con capítulos autonómicos. Si quiere usted dar lecciones, tiene mucho por delante». El tenso cara a cara de Feijóo y Sánchez concluyó con bronca en el hemiciclo, con una bancada del PP que estalló con gritos de «¡dimisión!» lanzados al jefe del Ejecutivo. Los socialistas, a su vez, respondieron con aplausos a su líder y puestos en pie.
La respuesta a Feijóo era la plantilla que el presidente utilizó en las siguientes respuestas. Ante Abascal, se enorgulleció de que su partido no tiene ninguna sentencia judicial por corrupción. No lo tenía delante, porque el líder de Vox, tras soltarle una acusación demoledora —»Usted un indecente y lo saben todos aquí. Lo sabe toda España, es usted un corrupto»—, decidió abandonar su escaño y salir del hemiciclo.
Pero a Sánchez lo que le molestó, lo que le sacó de sus casillas, fue la intervención de Rufián. Muy dura. «Usted quiere que nosotros nos lo creamos», que se enteró la semana pasada de «quiénes eran y cómo eran» Ábalos y Cerdán. «Vale, haga tres cosas. La primera, jure y perjure que no estamos frente a la Gürtel del PSOE, que no veremos nunca en un papel P. Sánchez [como sí hubo un M. Rajoy]. Jure y perjúrelo. Una buena manera sería presentarse, personarse contra esta gente. Dos, vaya contra los corruptores, contra las constructoras. En definitiva, inhabilitaciones de por vida para quien corrompa. Multas millonarias para quien corrompa. Y tres, que nunca más esta gente se siente en un escaño. Eliminemos ya los aforamientos. Grábenselo a fuego, señorías del PSOE. ¡La izquierda no puede robar! ¡No podemos robar! Esta gente sí», clamó, señalando a las bancadas de la derecha y la ultraderecha.
«Nosotros no podemos robar. No nos hagan escoger entre corruptos cutres y corruptos prémium. Porque al final lo que les diremos es que la gente decida. Y no nos responsabilicen de lo que tenga que ser o lo que tenga que pasar con este Gobierno y con este país. Porque la culpa exclusivamente será del PSOE. ¿Están enfadados? ¿Están decepcionados? Imagínense la gente que les votó en 2023. Algunos por primera vez».
Sánchez digirió mal la aspereza de las palabras de Rufián. Le pidió no hacer «de la anécdota una categoría», porque la «izquierda no es corrupta» y el PSOE es «una organización limpia».
El presidente, en su respuesta a Rufián, insistió en la política de «tolerancia cero» de su Ejecutivo contra la corrupción, y que defenderá la hoja de ruta del Gobierno de coalición, porque la ciudadanía lo eligió en 2023 «para muchas cosas» y él no ha «dado la talla en una de ellas», pero pretende seguir adelante con sus planes y con la agenda del Gabinete.