En una carta, fechada este mismo lunes, Arnaldo se refiere a otra misiva que envió a Conde-Pumpido solicitándole que habilitara los plenos del mes de julio para poder tener un debate «sosegado» sobre la sentencia que responderá al recurso del PP contra la ley, a la que el presidente del TC le respondió habilitando al completo la última semana de junio, cuando ya estaba previsto que se sentenciara pero en un Pleno habitual, que no incluye ni lunes ni viernes.
«He esperado una semana para darte respuesta, es decir me he autoaplicado el principio de prudencia que es, en definitiva, el que, en mi carta anterior, te recomendé que aplicaras», arranca esta nueva misiva, donde Arnaldo también recrimina a Conde-Pumpido que tuviera noticia de su respuesta a través de la prensa antes de manera oficial.
«Voy, sin más, al fondo del asunto pues, aunque creo que me expliqué razonablemente bien, no me has entendido en modo alguno o lo has hecho de un modo que no se corresponde en absoluto con mi petición, que era al tiempo una propuesta», añade a continuación la carta, a la que ha tenido acceso Europa Press.
Así, reitera su queja respecto a «la falta de una auténtica deliberación en el tribunal», enfatizando que una deliberación «no es la pura sucesión de intervenciones que se cruzan pero no se encuentran» sino «una puesta en común dirigida a enriquecer la propuesta inicial con razones, ideas y argumentos, para intentar alcanzar una posición común». «La deliberación jurisdiccional no es la simple antesala de la votación, como parece entenderse, cuando se establece un calendario o agenda célere», denuncia.
Arnaldo cree que con el calendario fijado –aunque se hayan habilitado también ese lunes y ese viernes de la última semana de junio– traslada a los propios magistrados y a «la sociedad española» el mensaje de que, «antes de que esa semana termine, la sentencia sobre la ley de amnistía ha de estar votada».
Aclara que no pedía tal «concentración del debate», sino una «serie de debates articulados de forma sucesiva en el tiempo, pero espaciados y no acumulados». «Lo importante no es la aceleración, la celeridad, el ritmo veloz, la acumulación agotadora de sesiones extenuantes, sino la calma, el sosiego, la serenidad, el reposo, la separación de la argumentación en partes, la contestación, la vuelta al planteamiento de los problemas, para intentar alcanzar una posición común compartida», asevera.
Además, incide en que no comprende «el porqué del apresuramiento en la deliberación y votación», sobre todo teniendo en cuenta que la sentencia de la amnistía «es una de las más trascendentes en los más de 45 años de vida de este tribunal».
Al hilo, recuerda que en asuntos como la expropiación de Rumasa, el Estatuto de Autonomía de Cataluña, la aplicación del artículo 155 de la Constitución por el ‘procés’ o el estado de alarma por la pandemia de coronavirus «se ha evitado la aceleración porque el sosiego, la deliberación reposada y pausada, es un requerimiento necesario». «El refranero nos enseña que la prisa es mala consejera, más aún cuando no hay ninguna razón objetiva para urgir una decisión. Un tribunal, y aun más uno que lo es de última instancia, debe apartarse de inmediato de que puedan hacerse conjeturas sobre los motivos que pueden llevar a primar la urgencia sobre la reflexión pausada», recalca.
En cambio, sí apunta a lo que considera un «factor añadido a considerar» para «apartarse de un calendario de vertiginoso ritmo», esto es, la vista prevista para el próximo 15 de julio en el Tribunal Superior de Justicia de la UE (TJUE) sobre la cuestión prejudicial planteada por el Tribunal de Cuentas acerca de la amnistía, en el marco del procedimiento contable por los gastos del 1-O y la acción exterior. Sobre esto, cabe recordar que, en las observaciones enviadas por la Comisión Europea al TJUE por dicho procedimiento, ésta expresa dudas de que la ley de amnistía responda al objetivo de interés general, porque «parece constituir una autoamnistía» enmarcada en un «acuerdo político» para asegurar la investidura de Pedro Sánchez, si bien advierte de que no ve afectación directa de intereses económicos de la Unión Europea.
«Por supuesto, estimado presidente, todos escribimos nuestra historia como hombres libres que somos, y lo hacemos del modo en que creemos con sujeción a los valores que nos definen a cada uno», concluye Arnaldo, apostillando que con esta «carta abierta», de la que dice que también dará traslado a los demás magistrados del TC para que «puedan compartir su criterio», pretende «una reflexión ponderada sobre la misión institucional del TC».