Según el informe, un hogar medio guardaría el equivalente a 4.445 hojas de papel de tamaño A4. En total, son más de 84.000 millones de hojas en toda España, que apiladas serían suficientes para alcanzar más de 32.000 veces la altura de la Torre de Cristal, edificio más alto de España y parte del complejo madrileño Cuatro Torres.
Este fenómeno no es único en España y también está muy extendido por Europa, siendo los hogares británicos los más afectados; aunque los alemanes, franceses e italianos también se resisten a poner límite a Diógenes y a la acumulación excesiva de documentos.
La investigación, llevada a cabo por ScanSnap para comprender mejor cómo gestiona la gente su relación con el papel, pone de relieve el apego emocional al papel. Un abrumador 66% de los encuestados estima que es poco probable que vuelva a utilizar el papel que tiene en sus casas; sin embargo, tres de cada cinco (61%) afirman que estarían preocupados si perdieran todos los documentos que tienen almacenados en papel actualmente.
“Es un hecho que el mundo sigue confiando en el papel para los documentos críticos”, afirma Kashiwagi san, presidente y CEO de PFU (EMEA) Limited. “Esta retención impulsada por el miedo supone un peaje psicológico, provocando sentimientos negativos como el miedo o la duda. Es hora de que imaginemos un mundo sin la ansiedad que provocan tanto la perdida de un documento importante o bien el agobio al ver una montaña de papel”.
La encuesta señala a los hogares británicos como los principales culpables de la acumulación de papel, que convertida a peso se traduce en la asombrosa cifra de 800 millones de kilos de papel sin utilizar en todo el país. No obstante, los hogares europeos siguen la misma tendencia, siendo los franceses los que menos papel guardan, con una media de 4.182 hojas por hogar.
Un significativo 68% de los encuestados admite sentirse estresado por el desorden en sus hogares o espacios de trabajo, y el 66% expresa su deseo de tener menos desorden. A pesar de ello, el 76% de los encuestados confiesa conservar los documentos en papel como medida de precaución, lo que indica una profunda aversión a la pérdida.