Todo dependerá del factor de ocupación, es decir, de cuantos de esos asientos finalmente se utilicen por los pasajeros. Ese parámetro ha recuperado los niveles previos a la pandemia, en torno al 87%. Y pese a las incertidumbres y las tensiones inflacionistas que siguen rondando sobre el contexto macroeconómico, las compañías aéreas son optimistas. «Se habla de que es muy caro volar pero eso no está teniendo impacto en la demanda». Se apoyan en los resultados de la temporada de invierno, que se saldó con más de 100 millones de pasajeros, un 13% más que el invierno de 2023. Según ha destacado Gándara, los vuelos tienen cada vez un mayor tamaño medio y una mayor ocupación, «lo que supone mayor eficiencia». En total, se operaron 758.000 vuelos en el conjunto de España, un 9% más que el año anterior.
Por mercados, el doméstico -que fue el que tiró del carro en la pandemia- creció un 8% respecto al año anterior. Eso sí, los mayores crecimientos se dan en los tráficos intraeuropeos e internacionales, con un crecimiento del 16% y el 15%, respectivamente. Según Gándara, dentro de España la recuperación de la oferta es más homogénea que en años anteriores, donde los archipiélagos canario y balear eran las que más despuntaban. Ahora «casi todas las regiones están en niveles como los de 2019 o por encima».
De cara al verano, la oferta también se reparte de manera homogénea a lo largo y ancho de toda la geografía. En el aeropuerto de Barcelona-El Prat ha algo más de 41 millones de asientos programados en verano, un 16% más que en 2023. En el de Madrid-Barajas, hay 48 millones de asientos previstos, un 15,2% más.
De cara al verano, los vuelos de los viajeros nacionales se concentrarán en los destinos de costa. Y respecto a los viajes al extranjero, destinos como Italia, Grecia o Estados Unidos así como toda Latinoamérica se sitúan como los más demandados. Gándara ha detallado también que los mercados que más han aumentado la programación son los dos que hasta ahora estaban más rezagados, Reino Unido y Alemania.