Y es que estos lameculos de poca monta no saben vivir sin que el Estado, de una u otra manera sigue subvencionándoles de distintas formas y maneras para que ellos sobrevivan cómodamente y con unas cuentas corrientes que para si las quisieran muchos de los que ellos atacan como corruptos.
Porque en esta ocasión la cosa no va de que voten a don pedrito, que sin o viene la derecha y nos deja en la calle , sino de acoso y derribo, ya que los muchachitos dicen que «el ataque, desde todos los frentes conservadores y reaccionarios, al Gobierno de coalición progresista y su presidente, se asemeja más a una conspiración para derribar a un gobierno legítimo que a la crítica política propia de un sistema democrático».
Es decir, los desafueros cometidos por la pandilla de Sánchez con desfalcos a go go y desmontaje de las principales instituciones del Estado no es peligroso, porque lo hace su amiguete, ese que nunca pactaría con Bildu, o negociaría la amnistía o dejaría que los suyos se lo lleven crudo, ya que como hasta ahora no hemos mandado, es nuestro momento y hay que aprovecharlo antes de que venga la ultraderecha y nos heche.
Eso no es ni grave ni malo. Se puede hacer y hay que dejarlo hacer porque son los nuestros los que aprovechan la ocasión.
En definitiva, y como siempre, acusan a «las derechas» de poner «en cuestión el resultado electoral» y las comparan con Trump y Bolsonaro. Responsabilizan también «a las derechas» de «generar odio en la sociedad, germen de la violencia» y en ese contexto enmarcan «los ataques a las personas migrantes y la vandalización de las sedes de partidos de izquierda», que, afirman, «recuerda las agresiones fascistas de épocas pasadas».
Los «abajofirmantes» participan también en la estrategia de la Moncloa de desacreditar a las instituciones que no controlan y que cuestionan medidas del gobierno o investigan sus escándalos de corrupción.
Así que todo vuelve a la época de ZP, con la diferencia que ahora también Maduro les apoya y encima mucho me temo que le pasa unos buenos honorarios al susodicho.
En lo que ha quedado la progresía y para lo que sirve