El descredito de la acción política de un gobierno tiene sus limites pero en estos momentos nadie es capaz de calibrar hasta donde puede llegar el batazo, pero de lo que prácticamente a nadie le quedan dudas de que tras el caso Koldo, que algunos ya denomina caso Ábalos y que otros lo han bautizado con el caso Sánchez el socialismo no volverá a ser lo que fue e incluso piensas que tal y como ha sucedido en otros países europeos quede en una referencia residual para la política española.
La realidad es que el descredito es monumental y conforme se conocen mas y mas datos de la corrupción llevada a cabo con absoluta inmunidad y en momentos delicados para la población que se enfrentaba a una pandemia de proporciones desconocida de la que el gobierno Sánchez todavía no ha sido capaz de fijar la cifra de fallecimientos reales puede dejar en la cuneta a miles de trabajadores del partido que llenan y ocupan puestos de “responsabilidad” en ayuntamientos , comunidades autónomas, ministerios, empresas públicas, puesto que tal y como se está viendo los partidos se han coinvertido en empresas de colocación y mediación para aquellos que con un poco de estomago son capaces de pasar de ser aizkolaris y porteros de discoteca a asesores ministeriales y consejeros de empresas por el simple hecho de afiliarse al partido.
Obviamente y visto lo visto, no parece ser la mejor forma de desarrollar esa noble arte de la política, por lo que podría ser recomendable empezar a desmontar ese tipo de estructura, dejar a los partidos con las mínimas estructuras posibles y que cada uno trate de trabajar donde pueda o su formación le permita como sucede en otros países de los que deberíamos de aprender.
Y es que en estos cuarenta años lo que se ha construido es un monstruoso y carísimo polipasto político que traga y traga recursos humanos y financieros para prácticamente nada. Y en cuanto uno se despista incluso para robar.
La mejor enseñanza de toda esta historia seria la de su desmontaje, al menos tal y como los conocemos en estos momentos.