La independencia de Cataluña como tal, por mucho que se empeñen no es posible. Ya puede Aragonés decir cosas como que
“la amnistía no es el punto final de nada y el Estado lo sabe» o Puigdemont aseverar que la amnistía es solo el peaje para «empezar a hablar», todo eso son palabras que por mucho que busquen humillar y arrastra a Sánchez por el fango tendrán difícil que lleguen a ser realidad, incluso cuando como ya afirman hoy en su fiesta están haciendo los preparativos para la celebración de un referéndum de independencia.
Todo eso esta ,muy bien, pero tarde o temprano la autoridad moran de cuarenta millones de españoles deberán poner sobre la mesa sus derechos frente a los caprichos de menos de un millón de estos, porque mal que les pese Cataluña es España y no otra cosa y su ensoñación solo tiene espacio en un mundo irreal como el que ha construido Sánchez ,y alimentan todas sus terminales y estructuras de comunicación en un intento de lograr que vuelva a gobernar y cada vez mas dictatorialmente España en un esfuerzo de perdurar como un extraño gobernante al que le pudo su soberbia y ansia de poder, pero que no supo respetar ni los mas mínimos principios de la separación de poderes, de lo que en su momento, sea cuando sea, deberá de dar cuenta ante sus conciudadanos en sucesivas votaciones.
Por otra parte, por mucho que desde el TC, con sus obedientes jueces a su servicio trate de frenar cualquier movimiento democrático, tarde o temprano se producirá el error y todo el montaje se le vendrá abajo. Las dictaduras de derechas o de izquierdas, o las repúblicas bananeras siempre tienen un final y el experimento Frankenstein de Sánchez, también lo tendrá y el principio de ese deterioro tiene mucho que ver con la economía, que precisamente se encamina, una vez mas, hacia caminos tortuosos llenos de dificultades económicas.