Tras la entrega del galardón unas palabras de agradecimiento de Draghi precedieron a las de Don Felipe, en las afirmó que «hoy, en esta ceremonia, no podemos dejar de recordar al hombre que recibió hace casi 30 años el 1º Premio Europeo Carlos V, Jacques Delors, fallecido el pasado diciembre y quien siempre mantuvo una extensa y fructífera relación con la Fundación Yuste hasta sus últimos días, como miembro del Jurado de este Premio y Patrono de la Fundación. Delors, el arquitecto visionario que ayudó a construir una Europa con alma y que sentó las bases de algunos de los logros más destacados del proyecto europeo».
La XVII edición del “Premio Europeo Carlos V”, fue otorgado por el Patronato de la Fundación Academia Europea de Yuste, al Excmo. Sr. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (2011-2019) y presidente del Consejo de Ministros de la República de Italia (2021-2022) por su liderazgo al frente del Banco Central Europeo que permitió afrontar una de las mayores crisis que ha vivido la Unión Europea desde su creación, poniendo en marcha una serie de medidas contundentes y arriesgadas que lograron, en plena recesión de la economía europea, mantener la fortaleza del euro y la autonomía del BCE, así como salvar la moneda única permitiendo que Europa saliera fortalecida de dicha crisis. Cabe igualmente destacar la manera ejemplar a través de la cual ha promovido los principios éticos europeos como ejes centrales de la gobernanza económica, destacando su extraordinaria capacidad, previsión y diálogo al servicio de una Europa unida, así como su atención y apuesta por la juventud como garante del futuro de Europa, cometidos que van más allá del ámbito estrictamente económico. Todos estos méritos -y más que atesora- le hacen, a juicio del jurado, merecedor del galardón.
«Me gustaría dar las gracias a Felipe VI por esta ceremonia. Es un honor recibir este premio en este monasterio» ha comenzado diciendo Draghi tras recibir el premio, cuyo discurso se ha centrado, por un lado, en los problemas del modelo productivo europeo y, por otro, en el proceso de cambio en el que se haya inmersa la Unión Europea: «El paradigma anterior se acaba. La era del gas importado de Rusia y de un comercio mundial abierto está desapareciendo. Tenemos que crecer más rápido y mejor aumentando la productividad, que en la UE lleva ralentizándose desde principios de los años 2000».
«A medida que envejecemos, las exigencias sobre nuestro modelo social aumentan. Nuestro continente se ha hecho mayor, más viejo, rico y cercano con un mercado único, y para que los europeos mantengan altos niveles de protección social y redistribución, hay aspectos que no son negociables» ha afirmado Draghi, que ha incidido en que estos cambios pasan por incentivar el desarrollo tecnológico, aumentar la capacidad de defensa y la transición verde. «Si excluyéramos el sector tecnológico, la productividad de la Unión Europea estaría al nivel de Estados Unidos».
El político italiano ha advertido también que esta brecha podría aumentar en el futuro como consecuencia de la difusión de la Inteligencia Artificial: «Tan sólo tres empresas estadounidenses suponen el 65% del mercado global de computación en la nube. Necesitamos cerrar esa brecha reduciendo el precio de la energía». Draghi ha explicado que los problemas de la Unión tienen su origen en la falta de infraestructuras: «El infradesarrollo de la red eléctrica significa que no podemos satisfacer la demanda energética. Que tengamos más productividad depende de construir un mercado genuinamente europeo. No tener un presupuesto general nos pone en desventaja ante EEUU».
Durante su discurso, ha sido especialmente claro a la hora de señalar el fin de ciclo que atraviesa Europa: «El paradigma que nos aportó prosperidad en el pasado estaba diseñado para un mundo de estabilidad geopolítica. Las consideraciones de seguridad nacionales tenían un papel pequeño en las decisiones económicas», lo que para Draghi exige que la UE «tome un enfoque diferente sobre su capacidad industrial en sectores estratégicos como la defensa, el espacio, los minerales críticos y algunos componentes farmacéuticos», lo que de facto obliga a la Unión «a reducir nuestra dependencia de países de los que ya no podemos confiar».
Para finalizar, ha ofrecido tres soluciones para el mercado europeo. En primer lugar, «un esfuerzo por reparar el daño hecho al orden del comercio internacional y fomentar que todos los socios que lo deseen vuelvan a asumir las reglas». Después, fomentar la llegada de inversión extranjera directa y, por último, «utilizar subvenciones, subsidios y aranceles para compensar las ventajas injustas creadas por políticas que están haciendo otros países», en referencia a China y Estados Unidos. «Si nos embarcamos en esto, tiene que ser como parte de un enfoque pragmático, cauto y sistemático, porque el uso de aranceles y subsidios tiene que basarse en principios tiene que ser coherente con la maximización de nuestro crecimiento de productividad»
Unos cambios que, según Draghi, requerirán un grado de cooperación y coordinación entre los estados miembros «nunca visto hasta ahora». «Este paso parece abrumador, pero confío en que tendremos la determinación, la responsabilidad y solidaridad de darlo para defender nuestro empleo, clima, valores e independencia» ha concluido.