La advertencia la hace el Banco de España en un artículo de su boletín económico ‘El impacto del envejecimiento poblacional en los flujos de entrada y salida en el mercado de trabajo español’, publicado este jueves.
El informe, que han elaborado los investigadores Brindusa Anghel y Sergio Puente, concluye que el envejecimiento de la población trabajadora en España se acentuará en las próximas décadas, lo que contribuirá, previsiblemente, a reducir aún más el dinamismo de los flujos laborales en nuestro mercado de trabajo, tanto en términos de entradas y salidas del empleo, como en términos de rotación entre diferentes empleos.
El documento analiza los flujos laborales entre 2005 y 2022, un periodo en el que se ha producido una caída notable del peso de los trabajadores menores de 35 años, que han pasado de representar el 46,3% de la fuerza laboral en 2005 al 28,6% en 2022. En esa misma franja temporal, los grupos de más edad (de 45-54 años y de 55 y más años) han ido elevando su peso hasta representar un 45% del empleo total en 2022, casi 19 puntos más que en 2005.
Pese a reconocer que el grado de incertidumbre de las proyecciones es muy elevado, la entidad sostiene que si no se toman medidas correctoras (tanto en el ámbito puramente demográfico, como en términos de políticas de empleo y formativas) ese declive poblacional podría dificultar los procesos de movilidad entre distintos sectores y puestos de los trabajadores necesarios para completar las transiciones digital y energética y para impulsar el crecimiento de la productividad, uno de los lastres de la economía nacional junto a la elevada tasa de paro estructural y la escasa inversión.
Los economistas del BdE recuerdan que esos movimientos en el mercado de trabajo (el paso del paro al empleo o el cambio de puesto) son más intensos para los trabajadores más jóvenes, entre los que existe una mayor movilidad laboral. A la vez y al margen de los movimientos cíclicos y de las distorsiones provocadas por la pandemia, identifican dos tendencias claras.
Por un lado, en los grupos de edad más jóvenes se observa un cierto incremento en las entradas al empleo, en las salidas desde este y en los movimientos entre empleos a lo largo de los últimos años. Por otro lado, para el grupo de trabajadores de 55 y más años se observa un cierto incremento en las entradas al empleo, que pasaron de un 1,5% en 2005 a un 1,9% en el año 2022.
En las últimas décadas el proceso de envejecimiento de la población española «habría contribuido de forma notable a reducir el dinamismo de las tasas de entrada y salida del empleo, así como de los movimientos directos empleo-empleo», apuntan los investigadores. Si bien ese mayor dinamismo de los flujos laborales puede ser un síntoma de la temporalidad, que afecta principalmente a los trabajadores jóvenes, la experiencia indica que existe un mayor dinamismo laboral genuino entre este grupo de población.