Como reflejan las cifras publicadas por Eurostat, la inflación de la eurozona descendió cuatro décimas en el octavo mes del año, hasta situarse en el 2,2%, cumpliendo con las previsiones. Mientras tanto, la inflación subyacente bajó una décima, hasta el 2,8%. «La buena noticia es que los detalles de la inflación de agosto son coherentes con nuestra historia de que la inflación acabará empujando al BCE a un ciclo de recortes más rápido», apunta Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa. De hecho, añade, «la inflación subyacente desestacionalizada, a pesar de la importante excepción de los Juegos Olímpicos de Francia, se situó en el objetivo, lo que supone el tercer mes consecutivo en torno a esos valores».
No obstante, avisa: «El riesgo más importante para nuestra actual opinión sobre el BCE es que la aceleración del ciclo de recortes se produzca ya en diciembre de este año, en lugar de en marzo de 2025». Y creen que un ciclo de recorte más rápido por parte de la Reserva Federal de EEUU (Fed) puede contribuir a ello.
Como explica, si una Fed más rápida fuera una señal clara de un deterioro significativo de las perspectivas, eso podría llevar fácilmente a un BCE más rápido. Con una Fed más rápida, «acabaría afectando a las perspectivas de crecimiento e inflación a medio plazo de la zona euro en la próxima serie de previsiones del BCE en diciembre, desencadenando entonces un ciclo de recortes más rápido».
«Pero esto no es lo que esperan ni la Fed ni nuestros colegas estadounidenses», matiza. En otras palabras, «aunque una Fed más rápida crea un riesgo de que el BCE acabe acelerando antes, no creemos que en este momento sea un factor determinante».
En este mes de septiembre, el BCE volvió a recortar en 25 puntos básicos los tipos de interés de referencia, hasta dejarlos en el 3,5%. De su lado, la Fed hizo lo propio días más tarde, aunque, en este caso, la bajada fue más amplia, de 50 puntos básicos, hasta la horquilla comprendida entre el 4,75%-5%, siendo el primer recorte en cuatro años y medio, después de mantener el precio del dinero en un máximo de 23 años desde julio pasado.