En 2004 el precio medio por litro de gasóleo se situaba en 0,758 euros, hasta alcanzar 1,472 euros en 2024, lo que supone un incremento del 94,2%. La situación con la gasolina es muy similar, pasando de 0,875 euros a 1,577 euros a lo largo de las dos últimas décadas, lo que indica un crecimiento del 80,23%.
El pasado año estuvo marcado por una notable estabilidad durante gran parte del ejercicio, atribuida a la estabilización de los mercados energéticos y a una menor presión inflacionaria, que alcanzó un mínimo del 1,5% en septiembre, el nivel más bajo en tres años y medio. Sin embargo, el último trimestre de 2024 rompió esta tendencia, con una escalada de precios de los carburantes impulsada por un repunte en los costes de la electricidad y la energía, situando el IPC en un 2,8% a finales de año.
El 2025 presenta múltiples incógnitas, entre ellas, la posible homogenización fiscal entre el gasóleo y la gasolina, una medida que podría incrementar el precio del primero. A esto se suman posibles tensiones geopolíticas que podrían alterar la oferta global y, con ello, los precios.
“Aunque es difícil prever si alcanzaremos los máximos históricos de 2022, marcados por el impacto del conflicto en Ucrania y las sanciones a Rusia, las dinámicas actuales sugieren que los precios continuarán en niveles elevados”, explica Montero de Moira. “El mercado es cíclico, y las estrategias globales para frenar el cambio climático, como la transición hacia energías más limpias, también están influyendo en el futuro de los combustibles fósiles”.