En efecto, ya son seis de cada diez (58%), con porcentajes similares en el caso de la industria y de los servicios. Según la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE) del primer trimestre, un 70,2% de las sociedades que han sido consultadas esperan que dentro de un año sus costes sean superiores a los actuales. Son 3,4 puntos más que en el trimestre anterior.
• Las empresas perciben una situación de estabilidad en la facturación durante el primer trimestre de 2025, mientras que las perspectivas de cara al segundo trimestre son positivas.
• Las presiones inflacionistas repuntan en el primer trimestre, tanto en lo que se refiere al coste de los inputs como los precios de venta, lo que también se traslada a las expectativas a un año vista. En paralelo al proceso de desinflación en la economía española, un porcentaje creciente de las empresas declaran utilizar como referencia para la determinación de los salarios la inflación prevista en lugar de la pasada.
• Aumenta la preocupación de las empresas por los costes energéticos y se mantiene elevada la incidencia negativa de la incertidumbre sobre la política económica, pero sigue descendiendo el porcentaje de compañías afectadas por factores relacionados con el aumento de los gastos financieros.
La encuesta refleja cómo el porcentaje de empresas que declaran un impacto negativo del encarecimiento de la energía aumenta en más de ocho puntos en un solo trimestre hasta el 50,3%. Por ramas productivas, el aumento de la incidencia negativa de este factor es generalizado, si bien se ha observado de manera algo más intensa en la industria y el comercio.
Al sector privado no sólo le preocupan los costes energéticos. Las empresas reconocen, también, que el alza de los laborales, por la vía del aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), tiene «un impacto significativo en las decisiones relacionadas con los precios y los márgenes empresariales». Es la primera vez que la entidad pregunta específicamente sobre el porcentaje de empleados que se verían afectados por una potencial subida del SMI y acerca de los principales canales de ajuste en las empresas tras las subidas observadas en esta variable desde 2019.
En concreto, un 32% de las empresas afirman que las subidas del SMI habrían provocado una reducción de sus márgenes, mientras que un 26% reconocen que ya han trasladado las alzas del SMI a sus precios de venta. No sucede lo mismo con los efectos del alza del salario mínimo en el empleo, dado que sólo dos de cada diez empresas preguntadas declaran como relevante la reducción de nuevas contrataciones y un 10,1% el recorte de su plantilla vía despidos.
La incertidumbre política trae de cabeza a las empresas
Y si aumenta la preocupación de las empresas por los costes energéticos, también se mantiene elevada la incidencia negativa de la incertidumbre sobre la política económica, que afecta a un 51% de las empresas, y se mantiene como principal condicionante de su actividad. Este proceso convive con una deducción del porcentaje de compañías afectadas por factores relacionados con el aumento de los gastos financieros a medida que el Banco Central Europeo (BCE) mantiene las reducciones de tipos de interés y el crédito se abarata de forma progresiva.
Esa incertidumbre condiciona más la actividad de la industria y el comercio (un 61% y un 60% de las empresas reconocen que afecta a su actividad), en contraste con la menor incidencia en otras ramas de servicios, como las actividades profesionales y las de ocio (donde las dudas sobre la política económica afectan a un 41% y un 36%, de las empresas, respectivamente).
Al margen de la falta de visibilidad, otro asunto que preocupa a las sociedades no financieras es la disponibilidad de mano de obra. Prácticamente un 46% de las empresas reconocen encontrar dificultades para cubrir sus vacantes, un nivel muy en línea con los datos observados hace tres meses. Las actividades más afectadas por este factor son la agricultura, la hostelería y la construcción.
Por el lado positivo, la encuesta del Banco de España constata que las empresas perciben una situación de estabilidad en su facturación a lo largo del primer trimestre de 2025, al tiempo que sus perspectivas de cara al segundo trimestre han mejorado de forma «notable» -esperan que sus ingresos superen los registrados en el mismo trimestre de 2024-.