En concreto, el organismo espera que el PIB pase del 3,2% en 2024 al 2,7% en 2025, dos décimas más respecto a las previsiones de diciembre, y que se sitúe en el 1,9% en 2026 y en el 1,7% en 2027.
La mejora anticipada para el ejercicio en curso viene respaldada, en primer lugar, por el dinamismo mostrado por la actividad en el cuarto trimestre de 2024, superior al contemplado por el Banco de España en diciembre, que añadiría, de forma mecánica, 0,1 pp a la tasa de crecimiento interanual promedio en 2025. En segundo lugar, ha indicado que en el tramo final del año pasado volvió a sorprender al alza el vigor mostrado por el empleo, la remuneración por asalariado y la renta bruta disponible de los hogares. «A la luz de estos desarrollos, el actual ejercicio de proyecciones contempla una revaluación de las perspectivas de las rentas de los hogares, que serían ahora más positivas que en diciembre, lo que redundaría en un mayor dinamismo del consumo privado y añadiría 0,2 pp a la tasa de crecimiento promedio del PIB en 2025».
En tercer lugar, y en sentido contrario, la institución monetaria ha explicado que los supuestos técnicos sobre la evolución futura de los tipos de interés, los precios de la energía y los mercados de exportación que subyacen al presente ejercicio de proyecciones implican unas condiciones algo más desfavorables para el desarrollo de la actividad que las contempladas en las proyecciones de diciembre, lo que restaría 0,1 pp al avance del producto durante el año actual. Con todo, desde el Banco de España han querido dejar claro que en los últimos meses, la actividad económica global ha venido desenvolviéndose en un entorno caracterizado por una creciente incertidumbre y complejidad geopolítica.
Por ello, han remarcado que, ante este contexto, estas proyecciones para la economía española «están sometidas a una extraordinaria incertidumbre y presentan riesgos a la baja en términos de crecimiento económico».
En este sentido, consideran importante destacar que dichas previsiones no incorporan explícitamente el posible impacto adverso sobre la actividad de los mayores niveles de incertidumbre y de tensiones geopolíticas que se vienen observando a escala global en los últimos meses. Tampoco tienen en cuenta el incremento de los aranceles, por parte de Estados Unidos, a las importaciones procedentes de México, Canadá y la UE, una cuestión sobre la que persiste una considerable incertidumbre.
Asimismo, no se incluye en este ejercicio la posibilidad, contemplada actualmente en la UE, de flexibilizar las reglas fiscales a las que están sometidos los Estados miembros con el propósito de incrementar, de manera apreciable, el gasto público en defensa.
«Entre otros factores, será importante seguir monitorizando hasta qué punto la actividad económica española puede seguir manteniendo un ritmo de crecimiento sensiblemente superior al de dos de sus principales socios comerciales -Francia y Alemania-, así como la evolución de la inversión privada, que muestra una senda de recuperación particularmente débil», han comentado.
Así, y en un escenario de múltiples riesgos, el Banco de España ha elevado en cuatro décimas la inflación prevista para 2025, hasta el 2,5%, en relación con las proyecciones publicadas en diciembre, debido a los mayores precios de la energía observados en el inicio del año y a que la senda futura prevista para los mismos es más elevada que la contemplada hace tres meses. De cara a 2026 y 2027, el organismo espera la inflación se ubique en el 1,7% y en el 2,4%, respectivamente.
«El componente energético sería el principal responsable de las fluctuaciones que se prevén en la tasa de inflación general a lo largo del horizonte de proyección. En concreto, se espera que dicho componente reduzca progresivamente hasta 2026 su aportación al ritmo de avance de los precios, pero que esta contribución se incremente de forma significativa en 2027, como consecuencia de la introducción prevista de un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión en la Unión Europea».
En cuanto a la inflación subyacente, en promedio anual, descendería desde el 2,8% registrado en 2024 hasta el 2,2% en 2025, el 2% en 2026 y el 1,9% en 2027. Entre las principales fuentes de riesgo externas, el Banco de España ha vuelto a poner el foco en el notable aumento reciente de la incertidumbre y de las tensiones geopolíticas y comerciales a escala global, en parte debido a las diferentes medidas de política económica anunciadas por la nueva Administración estadounidense.
Respecto al mercado laboral, la institución monetaria confía en que la creación de empleo se prolongará a lo largo del periodo 2025-2027, aunque continuará reduciendo su ritmo de avance, en línea con lo observado en los últimos trimestres. En particular, se prevé que, frente a los incrementos del 3% y el 2,2% registrados en 2023 y 2024, respectivamente, el empleo -medido en términos de personas ocupadas- aumente un 1,9% en 2025 y ralentice progresivamente su crecimiento hasta una tasa del 1% en 2027. La tasa de paro continuará decreciendo en el horizonte 2025-2027, si bien a un ritmo menor que el observado en 2024. Esto, en un contexto de menor creación de empleo, pero también de cierta desaceleración en el incremento de la población activa. En conjunto, entre 2024 y 2027, la tasa de paro se reduciría desde el 11,3% hasta el 9,5%.
Por último, y en el ámbito de las cuentas públicas, se proyecta que el déficit disminuya desde el 3,4% del PIB esperado en 2024 hasta el 2,8% en 2025 y el 2,6% en el bienio 2026-2027.
Por otra parte, se mantiene sin cambios, con respecto al ejercicio de diciembre, la previsión acerca del impacto de las medidas desplegadas en respuesta a la DANA: un 0,5% del PIB repartido entre 2024 y 2025. «En cualquier caso, el efecto de estas medidas en el saldo de las AAPP podría ser menor si una parte del gasto fuera sufragado con fondos europeos», ha concluido el Banco de España.