El sucesor de Kuroda asumió el cargo en la víspera, tras concluir el mandato de del anterior, al frente del banco central nipón, y este lunes celebró una reunión con el primer ministro nipón, Fumio Kishida, en la que ambos acordaron mantener la estrategia básica de la entidad pactada en 2013.
En ese documento el BoJ se marca la meta de alcanzar un aumento estable de la inflación anual en torno al 2 % «con la mayor prontitud posible», mientras que el Gobierno se compromete a emprender reformas estructurales para potenciar el crecimiento económico.
«Se trata de fuertes medidas de política monetaria flexibilizadora, por tanto se debe tener en cuenta la situación económica, financiera y de precios con mucha cautela», destacó Ueda en su primera comparecencia ante los medios tras asumir el cargo. «Ahora hay que ver si la evolución de los precios es verdaderamente estable y sostenible. Volveremos a la normalidad en el momento adecuado, y si es difícil hacerlo, decidiremos valorando la posible reacción a las medidas», dijo al ser preguntado sobre si la entidad planea una estrategia de salida de sus estímulos a corto plazo.
Durante la década en la que Kuroda ha liderado el BoJ, la entidad ha aplicado una heterodoxa política monetaria que ha incluido compras récord de bonos estatales, constantes inyecciones de liquidez al sector privado, la aplicación de tipos de interés cero o incluso negativos y el objetivo de que los bonos a 10 años oscilen en torno al 0 %, medidas que siguen en marcha. La entidad mantuvo esa batería de medidas flexibilizadoras ante las dificultades para alcanzar el objetivo inflacionario del 2 % para reactivar a la renqueante economía japonesa.
En 2022 el índice de precios al consumo (IPC) de Japón se situó en el 2,3 %, su mayor avance en ocho años, aunque el BoJ considera que el incremento fue propiciado por el encarecimiento energético y de las materias primas a nivel global y no por las condiciones económicas de subidas salariales y del consumo que aspira a crear a nivel nacional. El BoJ es el único banco central entre las grandes economías mundiales que mantiene tipos de interés ultrabajos, una estrategia que ha conllevado algunos efectos secundarios como la fuerte devaluación del yen frente al dólar, el euro y otras divisas.
A este respecto, Ueda valoraba hoy que las medidas del BoJ «han logrado que la inflación suba un poco después de una larga deflación», por lo que señaló la necesidad de analizar «los efectos positivos» y no solo «lo que ha salido mal o los efectos secundarios».