Los aviones que cubran el primer viaje mensual desde Madrid hasta La Habana llevarán en su depósito un 2% de SAF, “como prueba para adelantarse a los objetivos marcados por la Unión Europea en su iniciativa legislativa ReFuelEU Aviation”. En la actualidad, ninguna normativa obliga a las aerolíneas a introducir SAF en sus aviones. Sin embargo, la nueva regulación requiere que para 2025 las compañías operen con un 2% de SAF, un porcentaje que deberá elevarse gradualmente hasta alcanzar el 70% en 2050.
Cepsa produce este biocombustible de segunda generación a partir de residuos orgánicos y aceites usados de cocina. Su reconversión en SAF tiene lugar en el Parque Energético La Rábida, en Palos de la Frontera, Huelva. Estos biocombustibles, además de reducir las emisiones de los aviones hasta en un 90% en comparación con el queroseno convencional, fomentan la economía circular, ya que se utilizan residuos que, de otro modo, acabarían en vertederos.
El objetivo de Cepsa en materia de descarbonización aérea en España y Portugal pasa por “alcanzar una producción anual de 800.000 toneladas de SAF”, una cantidad de combustible sostenible suficiente como para “sobrevolar 2000 veces el planeta”.
La energética ya anunció el pasado mes de julio que ha iniciado la comercialización de SAF en los aeropuertos de Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Sevilla, con una concurrencia conjunta de cerca de 133 millones de pasajeros anuales. Además, Cepsa ha vuelto a reivindicar su intención de levantar, junto al grupo Bio Oils, “la mayor planta de biocombustibles de segunda generación del sur de Europa”, para la que prevé una inversión de hasta 1000 millones de euros. La instalación, cuya puesta en marcha está programada para 2026 en Palos de la Frontera, tendrá una capacidad de producción flexible de 500.000 toneladas de SAF y diésel renovable.