Segura-Cayuela cree que la «clave» estará en lo que se sepa para la siguiente reunión en septiembre. «Con unas perspectivas que no han cambiado mucho desde la reunión de junio, no esperaríamos una orientación clara. Si no estaban preparados en junio, no es probable que lo estén ahora, dada la ausencia de noticias sólidas en ninguna dirección», ha explicado. De esta forma, apunta al documento que fundamente la subida de tipos y la posterior conferencia de prensa como «marcador de posición» que arroje pistas sobre el conjunto de previsiones y la evolución de los datos hasta entonces.
Bank of America espera que se haga aún más hincapié en la subida durante más tiempo, aunque es probable que haya que esperar a recibir orientaciones más claras al respecto. Y dadas las previsiones de junio, esperan que «la carga de la prueba para no subir en septiembre recayera en la necesidad de que mejoren las perspectivas de inflación», una versión «más suave» del tipo de orientación que vimos en marzo. Junto con la caída de la inflación subyacente, Bank of America prevé que no haya subida en septiembre, pero sigue siendo una decisión muy «reñida», como dan a entender algunos de los halcones del BCE.
«Con un banco central que atribuye un peso desproporcionado a la inflación subyacente en sus decisiones, es poco probable que la evolución de los datos desde la reunión de junio proporcione un desencadenante claro que supere el desacuerdo interno sobre qué hacer más allá de la próxima semana; de ahí que la decisión se deje totalmente abierta», ha resumido.
Por otra parte, Bank of America apunta a junio de 2024 como fecha válida para el primer recorte de tipos dadas nuestras previsiones de inflación y unas perspectivas de crecimiento mucho más débiles.