De nuevo nos encontramos con McCoy y su inseparable Wattie. Han sido trasladados a una comisaria distinta ya que el jefe quiere que McCoy investigue unos robos que se están produciendo en oficinas postales y a los que la policía no llega nunca a tiempo. Como se trata de un asunto de corrupción no quiere que lo comente con nadie, ni con el mismo Wattie, pero éste sabe que algo pasa y que se lo está ocultando y las relaciones entre ellos son poco agradables.
Al llegar allí se encuentran en la comisaria con un ambiente adverso hacia ellos y tienen que aguantar. Pero no es solo esto lo que tienen que resolver: hay una secta cristiana con una visión del dolor y el sufrimiento extremo y aberrante, llevada por un tipo que está rodeado de misterio y que enseguida se verá que su doctrina es absolutamente nefasta y sanguinaria.
Más problemas: hay vagabundos y sin techo alcohólicos que están muriendo y sin una causa aparente y McCoy se preocupa ya que su padre es uno de ellos y hay que resolverlo para acabar con las muertes.
Para cerrar el cuadro, su amigo mafioso de la infancia Cooper, se quiere hacer con todo el negocio en la zona y le pide que le ayude contra la banda rival. Empieza la guerra entre ellos y McCoy está en medio.
Novela entretenida, agradable con un personaje que aunque sea de los buenos tiene una moral demasiado laxa. Está bien escrita y se lee con gusto.
Cualquiera puede morir en Junio
Alan Parks
Tusquets (2025)