A partir de ese año, los precios empezaron a repuntar hasta alcanzar cifras que en algunos casos prácticamente duplican el valor de hace una década. El caso más paradigmático es Palma de Mallorca, donde el metro cuadrado ha pasado de 1.466 euros a 2.626 euros en el segundo trimestre de 2023.
Esta capital de provincia no es la única que padece el tensionamiento del mercado inmobiliario. En Málaga también se ha incrementado el precio de la vivienda libre en un 75% en los últimos diez años, pasando de 1.264 euros a 2.213 euros el metro cuadrado. Ambas ciudades se han convertido en los últimos años en referentes para el turismo de lujo, lo que ha obligado a que se atiendan dos demandas: la habitual de familias y la de inversores que están en busca de altas rentabilidades. Hace una década, tras el boom inmobiliario, las casas vacías en la costa se multiplicaron y los precios cayeron hasta un 10% interanual en el litoral mediterráneo, según el Índice de Mercados Inmobiliarios Españoles publicado por Tinsa. Pero a día de hoy, Palma y Málaga se han hecho atractivas para los fondos de inversión extranjeros pese a que la oferta de pisos es pequeña.
Valencia, Madrid y Barcelona son las otras capitales en las que también se deja notar con fuerza el alza en los precios de la vivienda desde el suelo alcanzado en 2014, cuando el mercado se empezó a recuperar de la crisis de 2008. Se han encarecido entre un 50% y un 60%, según los datos del Ministerio. En el caso de la capital española, esto significa que una persona ha pasado de pagar 2.372 euros el metro cuadrado a desembolsar 3.727 euros, una cifra imposible de pagar para todas las familias que apenas ganan el salario mínimo interprofesional -1.080 euros al mes-. En la capital catalana la diferencia supone pagar casi 1.200 euros más por el metro cuadrado y en Valencia unos 713 euros.
Mientras los precios se hacen imposibles de asumir, el mercado inmobiliario de lujo se sigue expandiendo en estas provincias. De hecho, Málaga, Baleares, Madrid y Barcelona concentran el 70% de todos los inmuebles disponibles por encima del millón de euros, según datos del portal inmobiliario Idealista. La proporción es incluso mayor cuando se habla de casas superiores a los tres millones.
En estos 10 años el coste de la vivienda libre ha repuntado en promedio un 24%; unos 342 euros. Sin embargo, el salario medio apenas ha subido un 10% en el mismo periodo, lo que supone unos 200 euros más que en 2014, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística. Si se analiza el ingreso medio de las comunidades en las que más ha repuntado el coste de las casas, se hacen más evidentes las dificultades a las que se tienen que enfrentar las familias para asumir el sobrecoste. En Baleares, por ejemplo, el salario medio bruto anual hasta 2021 -último dato actualizado- era de 29.022 euros. Esto significa que un trabajador promedio de esa localidad necesitaría dedicar su salario de ocho años para comprar una casa de 80 metros cuadrados en Mallorca. Su inaccesibilidad ha llevado este mes al Govern balear a plantearse un decreto sobre emergencia habitacional que tiene como objetivo sacar al mercado casas a precios más bajos.
En Andalucía la situación es similar. A día de hoy el salario medio es de 26.047 euros anuales, así que un empleado necesita siete años de su sueldo para comprar una casa promedio, que cuesta según los datos del Ministerio, casi 180.000 euros. Los precios también están impactando en el tamaño de los pisos. Un informe publicado esta semana por la tasadora UVE Valoraciones muestra que en los últimos tres años ha disminuido la superficie media de las viviendas vendidas como consecuencia de las “dificultades de compra de los usuarios-propietarios que han tenido que renunciar” a varios metros cuadrados para poder comprar. Los datos recopilados por la tasadora muestran que en 2021, la superficie media registrada por los notarios era de 119 metros cuadrados, mientras que para el segundo trimestre de este año es de 110 metros cuadrados.
En paralelo, los precios han evolucionado mejor en las zonas turísticas que en las grandes ciudades porque en las primeras la proporción de inversores, que son los menos afectados por la subida de los tipos de interés, es mayor.