Nadie nos puede negar que en España, eso de dimitir no se lleva. Han sido numerosas las circunstancias en las que políticos de todos los colores y condición han tenido oportunidad de dimitir y salve escasas excepciones ese hecho no ha llegado nunca a producirse. Enumerar la lista de todos estos personajes seria una ardua tarea para el periodista, y un aburrimiento para el lector, porque serian tantos, y muchos de ellos, absolutamente desconocidos en la actualidad, que su valor sería escaso.
Sin embargo, las circunstancias del caso Begoña Gomes son bien especiales. Nunca jamás la mujer del ocupante de La Moncloa estuvo implicada en tamaños desmanes económicos y mucho menos el marido que según se empieza a conocer fue utilizado como publicitarios de los clientes de la señora en cuestión. Así las cosas, las dudas no es que san mayúsculas es que empiezan a swr certezas.
Si a ello añadimos el volumen de la cifra de los “premios” recibidos por amigos y patrocinadores de la señora pues, eso que el tema es preocupante desde el punto de vista de la buena imagen del personal gobernante y mas en las actuales circunstancias electorales y de campañas en las que la palabra fango es utilizado por el marido de la señora como arma arrojadiza contra todo lo que se mueve en su contra.
Todo ello, en cualquier pais de nuestro entorno conllevaría la dimisión del jefe, del consorte, pero aquí, mucho nos tememos que nada de eso se va a producir , como mucho escucharemos todo tipo de falsas explicaciones y ataques hacia el contrario tratando de disimular las consecuencias de esta merdellonada de intento de hacerse “catedrática” de no se sabe muy bien que, ni con que méritos pero que pueden terminar con la carrera de Sánchez, puesto que las investigaciones siguen en marcha y nadie sabe hasta donde pueden llegar.
Otra cosa distinta será que desde el poder se organice el derribo del juez y veamos como el caso es enterrado y nunca mas se vuelve a habla de él.