Para ello la oficina de estadísticas comunitaria utiliza más de veinte indicadores diferentes que ayudan a visualizar los efectos de la pandemia. De acuerdo con este tablero, que se actualiza mensualmente, el país muestra registros más negativos que a finales de 2019 en términos de crecimiento, nivel de inflación, número de vuelos, en el consumo eléctrico (de industria, servicios y hogares), en la producción del sector de la construcción, así como en lo relativo al déficit y a la deuda. Fuera de los indicadores económicos se sitúa también en una peor posición el relativo al exceso de mortalidad.
De acuerdo con el avance de la Contabilidad Nacional Trimestral que elabora el Instituto Nacional de Estadística, el PIB se habría quedado a las puertas de recuperar los niveles de prepandemia en el primer trimestre, es decir, apenas a un 0,18% de cerrar definitivamente el agujero que abrió el coronavirus en 2020. El panel europeo confirma este extremo que, por otro lado, está pendiente de la revisión que el organismo estadístico publicará el próximo 23 de junio, cuando contará con más indicadores de ese periodo.
La resiliencia del mercado de trabajo, que está permitiendo que el consumo de las familias no caiga tanto como podía esperarse, y la fortaleza del sector exterior están detrás de un avance de la economía que ha situado a España como el país que más ha crecido en términos interanuales de toda la Unión Europea, con un avance del 3,8% entre enero y marzo. Esto, pese al golpe que ha supuesto la inflación, otro de los indicadores que se mantiene por encima de los niveles precovid. La tasa anual del IPC apenas se situaba en el 0,8% a finales de 2019, cuando el problema que encaraba el área del ero era, precisamente, el estancamiento de los precios tras más de una década con los tipos de interés en mínimos históricos.
La llegada de los cuellos de botella a raíz de la pandemia y, sobre todo, la crisis energética, que arrancó en el verano de 2021 y se vio agravada por la guerra en Ucrania, provocaron que la vida se encareciera de media un 8,4% el año pasado. Con el último dato disponible, de abril, el IPC Armonizado -que es la tasa que Eurostat toma como referencia para hacer sus comparativas entre países- se situó en España en el 3,8%. La cesta de bienes y servicios con los que se mide la inflación sólo se encareció menos en Luxemburgo (2,7%) y en Bélgica (3,3%).
Una variable que tampoco ha recuperado aún niveles del pasado es el número de vuelos, pese a la buena marcha del turismo. Según Eurostat -que toma datos de Eurocontrol, la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea- en abril y pese a la Semana Santa estos se encontraban todavía un 0,9% por debajo de niveles prepandemia. A destinos españoles viajaron en el primer trimestre más de 13,7 millones de turistas internacionales, un 41,2% más que en el mismo periodo del año anterior, pero un 3,5% menos que en el mismo trimestre 2019. Sin embargo, su gasto sí superó casi en un 12% los niveles previos a la Covid tras alcanzar los 17.201 millones de euros, según la encuesta Egatur del INE.
La oficina estadística europea apunta a que en marzo la demanda estaba un 6,7% por debajo de los registros prepandemia. Para analizar esta variable se toma como referencia la energía consumida por los usuarios finales, como la industria, los servicios y los hogares, medida en gigavatios-hora y determina la variación porcentual para el último mes en relación al valor más bajo del mes correspondiente en el período 2016-2019. Dentro de los sectores económicos concretos, el de la construcción también sigue sin recuperarse del todo y, de hecho, su indicador en marzo se situaba más de 19 puntos por debajo de finales de 2019.
Al igual que sucede con el conjunto de las economías de la Unión Europea y la Eurozona, la sacudida provocada por la pandemia y por la crisis energética e inflacionaria agravadas por la guerra, obligó al Gobierno a desplegar varios paquetes de medidas con los que proteger a familias y empresas. Esas medidas extraordinarias han supuesto que el conjunto de economías europeas en general, y la española en particular, tuvieran que aparcar la consolidación presupuestaria. Bruselas, de hecho, ha mantenido suspendidas las reglas fiscales (la obligatoriedad de ceñirse a unos objetivos de déficit y deuda) durante tres años. Las recuperará en enero del año que viene, cuando aún no podrá entrar en vigor la reforma del Pacto de Estabilidad que todavía debe recibir el visto bueno de los socios.
De momento, España se ha comprometido a rebajar el agujero de sus cuentas públicas hasta el 3% y el endeudamiento por debajo del 110% del PIB en 2024 para evitar las sanciones por incumplimiento de esos límites. Hay organismos como la AIReF o el Banco de España que consideran que el país necesitará llevar a cabo un ajuste mayor del previsto en el Programa de Estabilidad 2023-2026 para poder ceñirse a la senda de consolidación de la deuda. De momento, Eurostat constata que esta se situaba en el 113,2% al cierre del último trimestre de 2022 -en el primero se ha moderado hasta el 113%, según el BdE- lejos del 98,2% que registraba en el mismo periodo de 2019. El déficit, mientras tanto, cerró el pasado ejercicio en el 4,8% del PIB, frente al 2,6% con que despidió el ejercicio previo a la pandemia.