En concreto, el líder popular se comprometió -si llega al Gobierno tras las próximas elecciones generales- a estudiar las trabas que pueden existir para la plena expansión de nuestras grandes empresas multinacionales, la mayoría con el grueso de su negocio fuera de España, al objeto de evitar un efecto «contagio» y no se vayan de España. Así, le ofreció volver a hablar en caso de convertirse en el nuevo inquilino del Palacio de La Moncloa. Entre esas medidas estaría la posibilidad de poder cotizar, desde Madrid, en Bolsas como la de Nueva York. Por su parte, Del Pino, según las mismas fuentes solventes consultadas, le trasladó los motivos que estos días arguye la constructora, entre otros, el carácter empresarial de la decisión, todavía pendiente de recibir el plácet de la Junta de Accionistas.
Precisamente esta mañana, ha reprochado al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, que sea «más hooligan que nadie, insultando directamente, no sólo a la empresa, si no al presidente de la compañía». Ha defendido que el Gobierno, «en vez de insultar, debería sentarse con las empresas para ver cómo podemos hacer para que las empresas confíen en España y se queden. Desde luego el insulto y el señalamiento personal nunca es positivo y produce efectos negativos».
En este sentido, ha explicado que «si yo fuese el presidente del Gobierno y tengo este problema sobre la mesa , lo que haría es llamar a a la empresa, saber qué es lo que gana yéndose de España y valorando la posibilidad de que gane lo mismo manteniéndose aquí», precisamente lo que ha hecho como líder del primer partido de la oposición y con serias posibilidades de llegar a Moncloa tras las elecciones generales si atendemos a los datos que arrojan los sondeos con intención de voto. En todo caso, y tras afirmar que «me he llevado un disgusto institucional y personal», por la posible marcha de Ferrovial, ha destacado las discrepancias del Consejo de Ministros y del PSOE a la hora de valorar esta marcha. «Hemos visto a Yolanda Díaz decir que se van para pagar menos impuestos; a Patxi López diciendo que se van, pero van a pagar más impuestos; a la señora Calviño diciendo que va a estudiar a ver si se puede cotizar en dos parqués bursátiles, y adicionalmente al presidente del Gobierno más hooligan que nadie».
«¿Se puede insultar al presidente de una compañía por parte del jefe del Ejecutivo que debería ser aquel que venga a solucionar el problema y no a incendiarlo?», se ha preguntado el líder de la oposición, que apuesta por trabajar para «ver si es posible que los accionistas tengan elementos para valorar el no tomarla y ver cómo podemos disminuir la tensión provocada por el gobierno por las empresas españolas».