Los niveles no son todavía preocupantes pero es el primer aviso: 1 de cada 10 préstamos concedido a familias es dudoso o hay que vigilarlo [siempre según el criterio del regulador, el Banco de España]. Esta ratio está lejos del 13,62% que se alcanzó en enero de 2014 solo de préstamos dudosos, en lo peor de la crisis de deuda para nuestro país, tras los rescates bancarios y en plena ofensiva de las mismas entidades financieras con la ejecución de miles de desahucios.
El porcentaje de préstamos dudosos fue reduciéndose desde aquel máximo principalmente por la menor demanda y por las medidas expansivas del propio BCE, que llegó a bajar los tipos de interés de referencia al 0%, un mínimo histórico, para apoyar la recuperación económica. Desde julio de 2022, la institución que preside Lagarde tomó el camino contrario y comenzó un ciclo de incrementos del precio del dinero que se ha convertido en el más agresivo de la historia de la eurozona.
El BCE ya ha aumentado en 4,5 puntos los tipos de interés. Una escalada que ha arrastrado al euríbor, el índice de referencia para el cálculo de las cuotas de las hipotecas, hasta endurecer el acceso a financiación y encarecer los préstamos contratados a tipos de interés variable hasta máximos de la última década.
Tanto, que el primer aviso de las consecuencias de la estrategia del BCE ha sido la caída del negocio bancario: con descenso de las hipotecas concedidas en los últimos y también del dinero por el que se piden los préstamos (más detalles en esta información).
Las entidades financieras lo vienen compensando en términos de beneficios porque su margen de intermediación no ha parado de crecer. Es decir, ganan mucho más con cada operación, aunque se produzcan menos. Pero la segunda advertencia que reflejan los datos podría dar la medida real de las consecuencias de la austeridad monetaria del BCE y de su intención de bajar la inflación atacando la capacidad de consumir de las familias o de invertir de las empresas. En otras palabras, provocando una recesión.
De momento, la renta disponible de las familias resiste, incluso se ha recuperado de media respecto a los niveles previos a la exacerbación de la crisis de precios con la invasión rusa de Ucrania, gracias a la creación de empleo y a las subidas de salarios de los últimos meses.
La guerra en Gaza (Palestina) suma el riesgo de un nuevo encarecimiento de los carburantes que haga aún más pegajosa la inflación e invite a los bancos centrales a no cejar en la austeridad monetaria, redoblando el golpe sobre la renta y el poder adquisitivo de las familias.
Este mismo viernes, Christine Lagarde afirmó que el BCE volverá a subir los tipos de interés si es necesario, aunque también reconoció que los efectos del actual ciclo de endurecimiento monetario son «fuertes», pero acusan un cierto «retraso», pues aún tienen que transmitirse plenamente a la economía.»Ya he dicho que nuestro objetivo, nuestra misión, es devolver la inflación al 2% a medio plazo, y lo haremos, y está ocurriendo mientras hablamos. Insistiremos en esto el tiempo que sea preciso y estamos dispuestos a hacer más si es necesario», aseguró la presidenta de la institución en el contexto de la cumbre del FMI en Marruecos.
Así que las circunstancias empiezan a ser las que nadie quería