La estrategia del sanchismo es similar a una resistencia numantina a no dejar el asiento, porque le va el pan de cientos de seguidores en ello y para aguantar es capaz de arruinar a millones de ciudadanos que no son culpables de nada y que simplemente viven en Soria, Jaén o Teruel.
El problema es que para aguantar, tras haber vendido lo blanco y lo negro es necesario que los engañados le apoyen y para si desgracia esta semana el encanto se ha roto gracias a una maniobra ya utilizada repetidas veces que no es otra que los llamados decretos ómnibus.
Es decir, meter todos los colores y promesas en un mismo saco y que los diputados abran bien sus tragaderas y todo aquello cuele. Pero esta vez, mire usted, no tragaron y gran bronca.
La culpa es de los que tenían que tragar y no tragaron, no de los que les han estado tomando el pelo una y otra vez. «El Gobierno ha hecho su trabajo,- afirmaba con una cara dura impresionante el mismísimo presidente- su tarea, y son los grupos parlamentarios que han votado en contra los que tienen que reconsiderar esta oposición destructiva que está causando dolor social. Tienen que ser ellos los que decidan qué hacer», sostuvo. «Particularmente el PP», matizó.
Pero Sánchez no puede ceder, porque entonces sus acuerdos vitales con JJnts y PNV caerían y estos grupos dejarían de sostenerle. Es mas , anto el PP como Junts han instado al Ejecutivo a que apruebe dos decretos leyes, uno exclusivamente con la revalorización de las pensiones y otro exclusivamente con las bonificaciones al transporte. Y se han comprometido a convalidárselos si se da el caso.
Sin embargo, los socialistas están en una estrategia bumerán: intentando que su derrota parlamentaria se vuelva en contra de Núñez Feijóo, sin darse cuenta de que , a partir de ahora los proyectos sólo pueden salir adelante congraciándose con Puigdemont o pactándolos con Feijóo.
Y esa es la barrena imparable hacia unas elecciones que Sanchez teme y para las que ya esta montando toda una infraestructura de poder con la que lograr su victoria situando a todos sus ministros en cabeceras regionales desde las que intentar la victoria que nunca ha logrado.