A pesar de que la economía china ha perdido impulso este trimestre, el ritmo de crecimiento todavía se muestra robusto (un ritmo anualizado del 4,9%, cercano al promedio observado en 2023 y 2024). El crecimiento registrado este trimestre está algo por encima de lo esperado por el consenso de analistas (5,2% interanual, según Bloomberg) y de la previsión de CaixaBank Research (4,7%).
Dato
El PIB de China creció un 5,4% interanual en el 1T 2025, un registro similar al trimestre anterior, y algo por encima de lo esperado por el consenso de analistas. En términos intertrimestrales, el PIB registró un crecimiento del 1,2% (vs. 1,6% en el 4T 2024), una desaceleración esperada, pero que señala la robustez de la economía en un entorno difícil. Los indicadores de actividad mensuales muestran un trimestre de menos a más. En marzo, la producción industrial registró un crecimiento interanual del 7,7% (vs. 5,9% en enero y febrero) y la inversión se aceleró, con una expansión del 4,2% hasta marzo (vs. 4,1% hasta febrero). El dato más llamativo llega desde el lado del consumo: las ventas minoristas crecieron un 5,9%, el ritmo de crecimiento más rápido desde finales de 2023, una marcada aceleración con respecto a los meses anteriores (4,0% en enero y febrero).
Valoración
El PIB de China creció un 1,2% en el 1T 2025 respecto al 4T 2024, frente a un crecimiento intertrimestral del 1,6% en el 4T. Por su parte, la tasa interanual se mantuvo en el 5,4%. A pesar de que la economía china ha perdido impulso este trimestre, el ritmo de crecimiento todavía se muestra robusto (un ritmo anualizado del 4,9%, cercano al promedio observado en 2023 y 2024). El crecimiento registrado este trimestre está algo por encima de lo esperado por el consenso de analistas (5,2% interanual, según Bloomberg) y de la previsión de CaixaBank Research (4,7%).Los indicadores de actividad reflejan un 1T mejor de lo esperado y una aceleración en marzo. La producción industrial se expandió un 7,7%, en términos interanuales (vs. 5,9% en enero y febrero, 5,6% en el conjunto de 2024), a pesar de un entorno de elevada incertidumbre con respecto a la evolución de la demanda externa, pero en el que las exportaciones han seguido demostrando una buena dinámica. En marzo, las exportaciones crecieron un 12,4% interanual, tras unos primeros dos meses del año algo volátiles, en los que registraron un crecimiento promedio del 1,5% (frente a un crecimiento cercano al 10% en el 4T 2024). Por otro lado, el ritmo de caída de las importaciones se moderó y registró una variación interanual del –4,3% en marzo (frente a un –7,5% en enero y febrero). Quedará por ver cómo cambian estas dinámicas a partir del 2T, con la eclosión de la guerra comercial con EE. UU. La inversión en áreas urbanas se aceleró, con una expansión del 4,2% hasta marzo (vs. 4,1% hasta febrero, 3,2% en 2024), una señal de que la incertidumbre generada por un entorno internacional más revuelto podría tener implicaciones más limitadas para la economía china. Por otro lado, las ventas minoristas crecieron un 5,9%, el ritmo de crecimiento más rápido desde diciembre de 2023, una marcada aceleración con respecto a los meses anteriores (4,0% en enero y febrero, 3,3% en 2024). Esta aceleración, particularmente alentadora dada la relativa atonía mostrada a lo largo del último año, viene en parte explicada por los incentivos a la compra de bienes de consumo duradero, como los electrodomésticos. Este programa de incentivo al consumo fue recientemente reforzado por las autoridades chinas, en las Dos Sesiones, la habitual reunión plenaria anual donde se definen las prioridades de política económica y fiscal para el país. El apoyo de la política fiscal debería acelerarse en los próximos meses, y el comportamiento del consumo seguirá siendo un factor clave, en un contexto externo marcado por las tensiones comerciales crecientes entre China y EE. UU. Las presiones deflacionarias siguen preocupando. En marzo, la inflación general se mantuvo en terreno negativo (–0,1%, igual al promedio de enero y febrero) y la núcleo (sin energía ni alimentación) se situó en el 0,5% (vs. 0,3% en enero y febrero). Del lado de los precios de producción, persisten las señales de que la sobrecapacidad de la industria seguirá ejerciendo presión a la baja sobre los precios.
En marzo, el índice de precios de producción cayó un 2,5% en términos interanuales (vs. –2,2% anterior). Estas caídas han sido particularmente intensas entre bienes de consumo duradero, y las presiones deflacionistas podrán intensificarse a lo largo de los próximos meses, dado el probable desplome de las exportaciones, que difícilmente podrá ser compensado por la demanda interna.Un desacoplamiento China-EE. UU. con consecuencias imprevisibles, para China y para el resto del mundo. Los últimos meses se han visto marcados por la escalada proteccionista entre China y EE. UU. Si bien, en un primer momento, las autoridades chinas han demostrado cautela a la hora de responder a la «salva de apertura» por parte de la Administración Trump (con dos subidas consecutivas de 10 p. p. en los aranceles a China, pretendidamente por la «crisis del fentanilo» en EE. UU.), desde el anuncio de los aranceles recíprocos (en el Liberation Day, el 2 de abril), ambos países han anunciado una subida de aranceles de 125 p. p., que se suman a los ya existentes.
Más allá de las distorsiones económicas que supondrán a corto y medio plazo, y que implicarán una destrucción extensa de los flujos comerciales bilaterales, ellos han materializado un escenario de guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo. En un entorno geoeconómico complejo, el daño a la economía global dependerá, entre otros factores, del nuevo nivel de equilibrio de los aranceles y del tiempo (y la forma) para alcanzarlo. Aunque la incertidumbre seguirá siendo elevada a corto plazo, se puede esperar que China y EE. UU. puedan emprender una nueva fase de negociaciones que, aunque ciertamente llevaría a un nivel de aranceles más elevados que hasta el 1 de abril, así como a una senda de desacoplamiento comercial, podría estabilizar las relaciones comerciales (y diplomáticas) entre ambos países. Aun así, no pueden, de momento, descartarse escenarios de desacoplamiento duro, con derivadas geopolíticas tan impredecibles como peligrosas.
Cabe, sin embargo, resaltar que la economía china afronta esta segunda fase de tensiones comerciales en una situación distinta a la que tenía en 2017-2018 (la primera fase en la que las barreras comerciales entre ambos países empezaron a aumentar de manera significativa). Por un lado, China ha sido capaz de diversificar sus cadenas de valor, exportando ahora mucho más a, y a través de, países del denominado Sur Global (como sus vecinos del sureste asiático o los BRICS+). China ha ganado también cuota de mercado en muchos sectores tecnológicamente avanzados y claves para la transición energética y digital. Por otro lado, el gigante asiático se enfrenta a importantes retos a nivel interno: una crisis inmobiliaria y de confianza, a la que se suma un acelerado declive demográfico y un modelo económico con desequilibrios crecientes, entre consumo interno (insuficiente), y demanda externa e inversión (excesivos). En este contexto, cabe esperar un año particularmente retador para el gigante asiático, en el que la política fiscal (y exterior) desempeñarán un papel clave, y en que estará a prueba la capacidad del país para adaptarse a un nuevo entorno, tanto a nivel externo como interno.
La publicación del dato del 1T 2025 supondría riesgos al alza moderados para nuestra previsión de crecimiento de la economía china para 2025, en torno al 4,2%. Sin embargo, dada la severidad de la escalada proteccionista con EE. UU., el balance de riesgos se encuentra sesgado a la baja. Un escenario en el que las dos mayores economías del mundo no dejen escalar más el conflicto comercial y puedan, más temprano que tarde, retomar una vía diplomática y restablecer negociaciones comerciales, podría reequilibrar el balance de riesgos.