Así lo han manifestado expertos de Fundación MAPFRE durante la presentación del estudio ‘El proceso de cese de la conducción en personas mayores’, cuyo objetivo es analizar la seguridad al volante de los conductores de más de 65 años, dar a conocer las variables socioemocionales que influyen en la decisión de decir adiós a las llaves y exponer las consecuencias que conlleva tomar esta decisión.
También explicar cómo influye el deterioro cognitivo de estas personas en la seguridad vial, una condición cada vez más frecuente a medida que las personas envejecen, y que puede resultar más difícil de diagnosticar en sus fases iniciales que otras condiciones físicas (como la pérdida de visión), ya que los reconocimientos oficiales de conductores no están diseñados específicamente para detectarlo.
El informe, que han llevado a cabo conjuntamente Fundación MAPFRE y el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), hace hincapié en que ni hay que restringir injustificadamente la movilidad, ni se puede conducir cuando exista un peligro para uno mismo o para los demás. Subraya, además, la importancia de que exista una comunicación abierta entre los mayores, familiares y los especialistas médicos respecto al hecho de dejar de conducir, ya que, sigue resultando un tema tabú.
Según los expertos, este paso es clave para poder analizar cada caso de forma individual y ayudar a estas personas a tomar la decisión adecuada. “Mi familia ya no confía en mí” El estudio también aporta datos de entrevistas realizadas a un grupo de casi 50 personas que han experimentado un proceso de cese de la conducción, entre las cuales se encuentran, por un lado, mayores que han acudido a una unidad de memoria, y por otro, familiares que han vivido esta experiencia con un allegado de edad avanzada.
De las principales conclusiones obtenidas, se desprende que el 45% de los exconductores mayores reconoce haber dejado de conducir de manera sugerida o forzada por las personas de su entorno, y no de manera voluntaria, y principalmente debido a sus condiciones médicas (41%), problemas de memoria (36%), dificultades para conducir el vehículo (32%) y un diagnóstico de demencia (23%). Según la investigación, las respuestas difieren cuando son los familiares los que responden: un 74% de ellos asegura que el mayor ha dejado la conducción de forma involuntaria, principalmente por problemas cognitivos (61%), deficiencias en la conducción y malas condiciones físicas (35%), así como debido a un diagnóstico de demencia (17%). “Ya no soy el mismo”, “mi familia ya no confía en mí”, y “ya no sirvo para nada”.
Así se sienten muchos mayores cuando dicen adiós a las llaves. Según la encuesta, en los casos de cese “forzoso”, el 41% lo vive de forma negativa, pues siente que pierde autonomía, porque no cree que deba dejarlo (27%), porque siente que no tiene el control de la decisión (18%) y porque le produce vergüenza y sensación de inutilidad (14%). Entre las consecuencias más frecuentes cuando se abandona la conducción, destaca el hecho de estas personas tienen menor nivel de independencia (44%) y suelen abandonar alguna de sus actividades habituales (45%). Cuatro de cada 10 también reconoce que mejora su funcionamiento cognitivo cuando dicen adiós a las llaves.
Mejorar el conocimiento sobre la relación entre deterioro cognitivo inicial y seguridad vial y alcanzar un consenso sobre las baterías de tests más adecuadas para diagnosticar dicho deterioro cognitivo, y su posible combinación con valoraciones en simuladores o en tráfico real, son algunas de las propuestas que ha aportado Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE,
Todos los expertos han coincidido, además, en la importancia de diseñar nuevos test de aptitudes para la conducción de los mayores; fomentar, cursos de actualización de conocimientos y habilidades de conducción en todos los conductores; y facilitarles herramientas para el autodiagnóstico preliminar de las capacidades de conducción, incluidas Apps. Más vulnerables y con menos siniestros viales Los conductores mayores registran menos siniestros viales con lesionados que los jóvenes, pero son más vulnerables cuando sufren lesiones de tráfico. También se caracterizan por ser el grupo con mayor experiencia y ser menos arriesgados que otros conductores.
Así lo recoge el informe, que aporta datos de siniestralidad sobre este colectivo y destaca que los siniestros con mayores de 65 años al volante son entre un 24% y un 51% menos frecuentes que los que registran los más jóvenes (UNESPA) y que los mayores de 74 años presentan la tasa más alta de fallecidos viales de entre todos los grupos de edad (DGT), en parte debido a su mayor fragilidad física y al hecho de que, a menudo, estas personas conducen vehículos más antiguos que la media y se desplazan, con mayor frecuencia que otros conductores, por vías secundarias, menos seguras que autovías y autopistas.
Los conductores dejan de conducir, de media, a los 75 años, según la muestra analizada. Para evitar riesgos al volante, los expertos en seguridad vial de Fundación MAPFRE recomiendan a estas personas: pasar todos los reconocimientos psicofísicos necesarios para la renovación del permiso de conducir y hacer caso a las recomendaciones de los médicos; viajar acompañado siempre que sea posible, no usar el coche en hora punta, ni en condiciones meteorológicas adversas y horarios nocturnos; y ser consciente de los efectos de los medicamentos que se están tomando y sus posibles implicaciones en la conducción. También aconsejan aproximarse con cuidado a las intersecciones, acostumbrándose a mirar dos veces a ambos lados de la carretera antes de proseguir y extremar las precauciones a la hora de girar; así como utilizar el transporte público siempre que exista esta posibilidad.