De ese maremágnum se escapan habitualmente los lideres de los dos grandes partidos, así como sus portavoces que son continuamente requeridos por los plumillas para comentar, declarar y aclarar la actualidad.
Sin embargo, el resto de elementos que pululan por los pasillos de Congreso y Senado incluidos ministros, lideres y demás especies de la farándula política han de hacer grandes esfuerzos por hacerse notar y aparecer en papeles e informativos y así tener contentos y motivados a sus seguidores, por eso es frecuente la sobreactuación de estos especímenes que una y otra vez llaman la atención con grandes desplantes, muchos de los cuales termian en simple agua de borrajas.
En estos días , por ejemplo Abascal y Diaz se han visto perfectamente retratados como grandes piezas de esta manada. El primero, utilizando el tema de la inmigración hacia Canarias ha estado amenazando con la ruptura de numerosos acuerdos de gobierno en CC AA con los populares y ha acusado, como no podía ser de otra manera a Núñez Feijóo, “es el que ha decidido romper los gobiernos regionales impidiendo a sus lideres territoriales votar en contra del reparto de menas”, una decisión “unilateral” que “tendrá que explicar a sus electores, los nuestros lo comprenden perfectamente”. Según Abascal, el líder de los populares “es el responsable de la continuación de Sánchez”, de que el presidente del Gobierno “pueda continuar con su golpe a la Constitución, repartiendo la ruina y con su corrupción política y familiar”. ““Los electores no deben pagar las decisiones del PP y sus pactos con el PSOE”.
Por su parte, Díaz se ha montado una serie de reuniones pseudo mafiosas amenazando a grandes empresarios con todo tipo de actuaciones en su contra y así presionar a Garamendi para que CEOE ceda y su gran logro social, la reducción de jornada laboral, le permita frenar el descredito político al que le ha conducido Sánchez y que la aboca a una retirada dela política en un par de años, a lo mas tardar
Es decir, Díaz busca presionar al presidente de la patronal, Antonio Garamendi, para reducir la duración máxima de la jornada laboral a través de algunas de las sociedades con mayor fuerza dentro de la Confederación.
La postura de Garamendi es clara: aplicar la medida que quiere Diaz equivale a regalar casi por decreto 12 días de vacaciones pagadas anuales al trabajador, a cargo de la empresa.
En definitiva, sacan un poquito los pies del tiesto consiguen algún que otro titular y sus huestes satisfechas: nuestro líder esta de moda.
De lo demás, de lo importante nada de nada.