Este hito se produce tras años de crecimiento sostenido. Aunque de manera coyuntural este dato se ha visto impulsado por la fabricación de vacunas para el coronavirus, la realidad es que es firme la apuesta de las compañías farmacéuticas que operan en nuestro país por reforzar el tejido industrial español, y la previsión es que la inversión continúe. En concreto, aislando el efecto de las vacunas para Covid-19, el dato estructural del sector arroja exportaciones por valor de 14.465 millones de euros en 2022, lo que supondría un incremento del 12,8% sobre los 12.825 millones de euros que se alcanzaron en 2021 sin tener en cuenta la aportación de dichas vacunas. De este modo, el dato de exportaciones del año pasado supondría un nuevo máximo en la historia del sector, superando en un 12,5% el antiguo récord de 2020 (12.870 millones de euros) y en un 20% los niveles en la etapa pre-Covid (12.098 millones de euros de exportaciones en 2019).
En cuanto a las regiones receptoras de estas exportaciones, la Unión Europea de los 27 es la principal compradora de medicamentos y vacunas fabricados en España, a la que siguen Suiza, Estados Unidos, Canadá, China y Reino Unido.
“La industria farmacéutica se ha convertido en uno de los principales dinamizadores de la economía española. Este récord histórico muestra su fortaleza y capacidad para ser uno de los sectores estratégicos que contribuyan a la reactivación del país”, señala el director general de Farmaindustria, Yermo. “Tenemos un potente tejido industrial con una alta presencia de empresas nacionales y multinacionales -incide- que tienen a España como pieza clave de su cadena de producción”.
Cabe recordar que la industria farmacéutica cuenta en España con un total de 103 plantas de producción de medicamentos de uso humano, once de ellas de medicamentos biológicos. Si se suman las fábricas de producción de principios activos (46) y de uso veterinario (24), el total de plantas farmacéuticas en nuestro país asciende a 173, pertenecientes a 122 grupos empresariales, como recoge el Estudio sobre la implantación industrial del sector farmacéutico en España, presentado a finales del año pasado. “El citado estudio sitúa a España como uno de los países europeos con un mayor potencial de fabricación de medicamentos, precisamente cuando hemos visto más claro que nunca por qué los medicamentos son un bien estratégico y de seguridad para los países”, afirma Yermo.
El otro gran impacto de la alta internacionalización de las plantas de productos farmacéuticos está relacionado con el empleo, tanto por su efecto de arrastre en otros sectores como por su calidad (alta cualificación, diversidad, práctica totalidad de contratos indefinidos, etc.). Así, las plantas de fabricación de medicamentos en España emplean de forma directa a más de 36.300 personas, con un crecimiento anual acumulado del 4,2% desde 2019. Además, sumando los empleos indirectos e inducidos —que genera esta industria por su elevado número de proveedores y servicios externalizados—, las plantas farmacéuticas contribuyen a más de 183.000 empleos en nuestro país.
“Fabricar en España tiene unas consecuencias extraordinariamente positivas en cuanto a la riqueza generada por las exportaciones y el empleo, entre otras cuestiones, pero también supone aportar garantías sanitarias, seguridad estratégica y de inversión productiva, aspectos críticos para la reactivación económica y social y para configurar nuestro modelo productivo de futuro”, asevera Yermo.
En este punto, es importante subrayar que la industria farmacéutica es un sector económico que se ha visto muy afectado por el aumento de los costes implicados en el proceso productivo (energía, cadena de suministros, aprovisionamientos…), “lo que ha afectado negativamente a los márgenes de las empresas productoras que fabrican medicamentos en nuestro país”, apostilla Yermo.
A estas históricas cifras de exportación de medicamentos y vacunas, hay que sumar que su fabricación se hace de forma sostenible, con altos estándares en materia de huella medioambiental y uso optimizado de energía y en vanguardia en la denominada economía circular. Es uno de los sectores más sensibles y desarrollados en este campo.
Como refleja el referido estudio sobre implantación industrial del sector, la ratio de consumo de energía por empleado se ha reducido más de un 8% en los últimos cuatro años, mismo porcentaje en que se han reducido los residuos producidos de media por cada empleado. Además, las compañías farmacéuticas son plenamente conscientes de la importancia de garantizar el origen de la energía que consumen, de manera que el sector roza el 70% de su energía con garantía de origen renovable.´