En cambio, han mostrado un comportamiento más negativo de lo esperado las exportaciones de bienes y la inversión. DE esta manera, las previsiones del IEE para la economía española han sido revisadas al alza y se estima un crecimiento del 2,3% de media para 2024, en el que la primera mitad de año se caracteriza por un mayor dinamismo, mientras que en la segunda parte se estima una cierta moderación de la actividad, que va a condicionar el escenario de 2025. Así, para el próximo año se anticipa un avance del PIB del 1,8%.
Los elementos que van a apoyar el crecimiento de la economía española en 2024 son la mejora de la renta familiar y el aumento del ahorro, que van a sustentar el consumo; unas condiciones financieras menos restrictivas; el buen comportamiento del sector exterior; el impacto de los fondos europeos en la inversión; y la resiliencia del mercado laboral ante crecimientos del PIB moderados. La evolución del empleo apunta a una continuación del dinamismo del mercado laboral en el segundo trimestre, con la afiliación a la Seguridad Social en máximos históricos, superando los 21 millones de afiliados. Según estimaciones del Instituto de Estudios Económicos, los afiliados a la Seguridad Social desestacionalizados efectivos (excluyendo trabajadores en ERTE) mostrarán un crecimiento alrededor del 0,8% en el segundo trimestre de este año, una décima más que en el primer trimestre y el doble que en el cuarto trimestre de 2023.
A pesar del dinamismo del empleo, nuestros niveles de paro continúan siendo elevados, con casi 3 millones de desempleados y una tasa de paro que repuntó hasta el 12,3% en el primer trimestre, siendo la tasa más elevada de la Unión Europea, prácticamente el doble de la media europea. La nota positiva es que sigue bajando la tasa de temporalidad en el sector privado, que se sitúa en el 12,3%, lo que supone un mínimo histórico, diez puntos porcentuales menos que hace dos años y menos de la mitad de la correspondiente al sector público, que se encuentra alrededor del 30%.
Estos buenos resultados de la ocupación reflejan que las empresas siguen esforzándose por mantener y reforzar sus plantillas de trabajadores, en un contexto de costes más elevados. Así, el tejido empresarial está soportando mayores costes laborales unitarios que en los últimos años, de forma que en el primer trimestre de 2024 se sitúan un 20% por encima de los niveles de finales de 2019. Al mismo tiempo, la productividad por ocupado continúa disminuyendo, de forma que su nivel en los tres primeros meses de 2024 se sitúa un 4,1% por debajo de los niveles precrisis.
Dentro de los costes laborales, hay que destacar la notable subida de las cotizaciones obligatorias, que en el primer trimestre son un 22,6% superiores a las del mismo periodo frente a 2019. En este sentido, España sigue siendo uno de los países europeos con mayores cotizaciones sociales pagadas por las empresas en porcentaje del PIB. En concreto, se sitúa en el 9,5% del PIB en 2022, por encima del 7,1% de promedio en la UE.
De este modo, el IEE estima que el aumento de la ocupación será en torno al 2,3% para 2024, mientras que en 2025 dicha tasa podría ser del 1,5%. Con esta pérdida de intensidad en el ritmo de creación de empleo, la tasa de paro se estabilizará en el 11,6% este año y en el 11,2% en 2025. Así, el diferencial de tasa de paro con Europa apenas se reduce, puesto que, según la Comisión Europea, se mantendrá en el 6% en estos dos ejercicios.
En lo transcurrido en 2024, la inflación está mostrando cierta resistencia a la baja y se mantiene en tasas alrededor del 3%. El componente energético no sólo ya no resta, sino que ha pasado a contribuir positivamente a la inflación general. Y, aunque los alimentos han moderado significativamente el ritmo de avance de sus precios, la inflación subyacente ha frenado su ritmo de descenso, e incluso ha registrado un ligero repunte. Tanto en el caso de los alimentos como en el caso de los bienes industriales no energéticos, se espera una continuación en la senda de desaceleración de precios actual. Sin embargo, el dinamismo de la demanda de servicios y el aumento de los costes de producción, sobre todo los salariales, podrían ser factores que dificulten la contención de precios en este sector. Desde el IEE, se espera que la inflación se mantenga en el 3,5% de media en 2024, a pesar de la desaceleración del componente subyacente (3%). De cara a 2025, la inflación general y subyacente podrían situarse en el 2,1% y el 2,3%, respectivamente.
También se anticipa que continúe el superávit del sector exterior, aunque el saldo de la balanza por cuenta corriente en porcentaje del PIB será inferior al 2% en 2024 y 2025. El desequilibrio macroeconómico de mayor magnitud es el déficit y la deuda del sector público. El saldo de las cuentas públicas en 2024 podría situarse en el -3,4% del PIB y, si no se produce un cambio de orientación de la política presupuestaria y fiscal, se prevé un déficit público del -3,1% en 2025. El próximo año hay que tener en cuenta que previsiblemente entre en vigor la nueva regla de política fiscal para reconducir los elevados niveles de déficit y deuda públicos e iniciar una senda de sostenibilidad fiscal.
La economía española también tiene otras asignaturas pendientes y que están relacionadas con el bajo potencial de crecimiento, como es la debilidad de la inversión en bienes de equipo que está lastrando la productividad. Otro de los ámbitos que preocupan son los bajos niveles de la inversión empresarial, que está un 6,4% por debajo del último trimestre de 2019, mientras que en Europa dicha variable se sitúa un 3,3% por encima, y la escasez de vivienda en algunas zonas de la geografía española, que puede reducir la movilidad laboral y el potencial de entrada de trabajadores extranjeros, al tensionar los precios. También es prioritario mejorar el capital humano, adaptar las políticas activas del mercado laboral a un entorno cambiante y aumentar el tamaño empresarial, reduciendo los obstáculos para su crecimiento y rotación.
▪ Las previsiones del IEE para la economía española han sido revisadas al alza y se estima un crecimiento del 2,3% de media para 2024, en el que la primera mitad de año se caracteriza por un mayor dinamismo, mientras que en la segunda parte se estima una cierta moderación de la actividad, que va a condicionar el escenario de 2025. Así, para el próximo año se anticipa un avance del PIB del 1,8%.
▪ La economía española tiene asignaturas pendientes relacionadas con el bajo potencial de crecimiento, como es la debilidad de la inversión en bienes de equipo que está lastrando la productividad. También preocupan los bajos niveles de la inversión empresarial, que está un 6,4% por debajo del último trimestre de 2019, mientras que en Europa dicha variable se sitúa un 3,3% por encima.