Le sorprende, pues debería de estar acostumbrado a las espantadas del presidente del Gobierno. En efecto, Sánchez visita desde el lunes (viajará este fin de semana) el pais asiático por segunda vez en un año y medio para, según dicen las fuentes de Moncloa, mantener engrasadas las relaciones económicas y comerciales que se están viendo enturbiadas por el tira y afloja arancelario entre la Unión Europea y China.
El presidente viaja acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y de una nutrida representación empresarial, dado el carácter fundamentalmente económico de la expedición. De hecho, allí se reunirá con empresarios chinos con interés en invertir en España. Además su plan de viaje comprende visitar Pekín y Shanghái y mantener un encuentro con el presidente Xi Jinping. También están previstas reuniones con el primer ministro, Li Qiang, y con el presidente de la Asamblea Popular Nacional, Zhang Dejiang. Asimismo, en Shanghái verá al líder del Partido Comunista.
Desde la Moncloa resaltan el papel trascendental de China en la búsqueda de soluciones para la guerra de Ucrania, el conflicto de Oriente Medio y la inestabilidad en el Sahel, donde China está ampliando sus redes de influencia a través de inversiones millonarias. Durante el viaje, que se prolongará hasta el jueves próximo, el presidente también inaugurará el Instituto Cervantes de Shanghái y participará en varios actos para apoyar la cultura española en China.
Todo parece indicar que esta va a ser una de las tónicas de los próximos meses de gobierno sanchista, ya que su líder desea ampliar cuanto mas pueda mejor, su agenda internacional, pensando sobre todo en un posible desalojo del poder, que tras tanta insistencia en la continuidad de la Legislatura , no deja de levantar ciertas suspicacias entre sus propios socios que no ven nunca llegar el momento del cumplimiento de las promesas que un a y otra vez chocan con inconvenientes nunca mencionados en la negociación