En un mercado con menos vacantes de entrada y títulos que pesan menos, recursos humanos pone el foco en algo distinto: comunicación, resolución de problemas y una imagen profesional sólida. Pero la oleada de rechazo no se debe a la falta de estudios. De hecho, tras años de “titulitis”, los responsables de selección insisten en que lo que marca la diferencia son las habilidades capaces de revertir una entrevista difícil. ¿Basta con sumar otro máster? Parece que no.
El discurso sobre la inteligencia artificial ocupando empleos junior ha calado, pero, según quienes contratan, el problema principal es de talento práctico. Se echa en falta seguridad comunicativa, iniciativa para resolver imprevistos y una presencia profesional que transmita confianza desde el primer minuto.
Según el informe de Criteria estas son las competencias que más reclaman los equipos de selección:
• Comunicación clara y efectiva en entrevistas y en el día a día.
• Predisposición real a la resolución de problemas con iniciativa propia.
• Profesionalidad: organización, puntualidad y una imagen coherente con el puesto.
Reforzar estas áreas no es solo una recomendación genérica: es la respuesta directa a por qué el 92% termina descartado. Aquí es donde hay que tener atención, porque es donde más rápido se nota el cambio.
El giro del mercado ya está en marcha y tiene fecha: de cara a 2026. Mientras algunos puestos junior en tecnología y finanzas se reducen por el impacto de la automatización, otros sectores se preparan para crecer y reconocen falta de personal. ¿En qué actividades se abren más puertas?
• Agencias de reclutamiento 68%
• Compañías centradas en la salud 59%
• Industria manufacturera 57%
• Transporte y logística 50%
Estos datos dibujan un mapa de oportunidades para quienes adapten su perfil. Por lo tanto, conviene orientar la búsqueda a áreas con demanda real y preparar una candidatura enfocada a impacto, no solo a titulaciones.
La “tormenta perfecta”, como la define la propia Criteria, tiene un componente psicológico: el exceso de fe en los títulos ha mermado la confianza de muchos jóvenes, y eso se nota en la entrevista. ¿Por dónde empezar?
Primero, mostrando lo que se sabe hacer. Casos prácticos, pequeños proyectos y ejemplos concretos ayudan a evidenciar resolución de problemas sin promesas vacías.
En segundo lugar, toca entrenar la comunicación: respuestas breves, con estructura (situación, acción, resultado) y un cierre que conecte con el puesto. De ahí que, incluso en procesos técnicos, lo decisivo esté yendo “más allá de lo técnico”. En consecuencia, prepara relatos de logros medibles, aunque sean de prácticas, TFG o voluntariado.
Por otro lado, la inteligencia artificial puede entrar también como reclutador, con cribas más homogéneas. Esto quiere decir que se valorará lo verificable: descripciones claras del rol, palabras clave del sector y evidencias de profesionalidad. Por tanto, que tu perfil “hable” por ti antes de la entrevista.
Finalmente, cuida la puesta en escena. Detalles como llegar con tiempo, una carpeta ordenada o un portafolio digital sencillo refuerzan la percepción de fiabilidad. ¿Pequeños gestos? Sí, pero suman cuando el 92% queda fuera por lo básico.