En este sentido, si Puigdemont quería una demostración mas clara de que el es el autentico jede de gobierno de España no la podía encontrar. Toda la jornada ha sido un galimatías tratando de convencer al socio de que lo importante es apoyar al Gobierno, pero los intentos han chocado contra el autentico muro de esta Legislatura que no es otro que el propio Puigdemont.
Así que cada vez que haya que votar algo a quien deberán de consultar los periodistas para saber que puede pasar es al exiliado de Waterloo y no al habitante de La Moncloa, porque este, mal que les pese a los socialistas que le apoyan, no pinta nada, es el autentico felpudo de el ex honorable, hoy simple diputado europeo pero dueño y señor de los destinos de España.
Y si alguien pensaba que había algún punto de inflexión y que era posible una legislatura breve en el tiempo, se equivoca. Nunca Puigdemont pensó en tener tanto poder como el que ostenta y no va a perder la oportunidad de sangrar, cual sanguijuela, a un Pedro Sánchez absolutamente dependiente de sus caprichos. Unas elecciones harían que esta ventajosa situación desapareciese y eso el independentista, al igual que el resto de las formaciones asociadas al gobierno no lo podría consentir, porque habrían perdido su mejor posicionamiento político de la historia.
De momento el primer acto de todo este espectáculo ha terminado, pero en muy poco tiempo podremos contemplar el siguiente.