En esta parrilla milenaria se hacen los deliciosos yakitoris -un imprescindible de la gastronomía callejera nipona- y aunque yakitori solo hace alusión a la de pollo -la de campero que preparan aquí con salsa teriyaki está de escándalo-, Ariel pasa por la robata tanto carne como verduras, pescados, mariscos y frutas. Así que para comenzar a disfrutar del lado ‘caliente’ de Nanako, nada como abrir boca con unos edamames -los sirven salteados con una selección de especias que crean adicción- y continuar con las berenjenas asiáticas acompañadas de una salsa tahina. Antes de pasar a las brochetas hay que probar las Gyozas de moqueca, rellenas de un guiso de gambas y con esa salsa típica de Bahía que enamora, acompañadas de farofa, un imprescindible de la cocina del Brasil natal del chef; un plato único en Madrid.
Para armonizar el viaje cuentan con una selección de vinos de Jerez, que por supuesto también están disponibles por copas; y una divertida propuesta de referencias nacionales, internacionales, espumosos, champagnes y sakes.
Nanako
Raimundo Lulio, 24.
Tel. 91 445 27 62.
www.nanako.es
Tiene capacidad para 26 personas entre su cálido salón, presidido por un delicado mural a acuarela de una geisha, un par de mesas altas -con unos comodísimos taburetes- y la barra. El precio medio a la carta es de 50 € y el del menú omakase, desde 53 €. Abre de martes a sábado de 13:30 a 16:00 h y de 20:30 a 00:00 horas. Cierra domingos y lunes; y durante el verano descansarán el mes de agosto.
D’Avila creció en São Paulo, donde más japoneses hay fuera del país del sol naciente, y en sus 20 años de rodaje -más de 15 de ellos en España- ha pasado por fogones brasileños como el del prestigioso D.O.M.; españoles como los de Sacha; mexicanos como los de Roberto Ruiz en Punto MX… pero en esto del sushi es autodidacta porque es un enamorado de la gastronomía nipona y lleva unos dos años conquistando con un sushi y una robata de excepción desde este acogedor local ubicado a escasos metros de la Plaza de Chamberí. Sobre el nombre del restaurante, Nanako es como le llamaba cariñosamente su madre de pequeño y quizás era un presagio, porque más que a brasileño sonaba a japonés…