De cualquier forma las diferencias en torno a la fiscalidad son ya un clásico en las relaciones de los partidos que se han coaligado en el Gobierno. Y es que este lio del SMI es, simple y llanamente, un debate fiscal entre fuerzas de la izquierda que comparten posturas enfrentadas de calado tan profundas que parten de las mismas raíces y están en la concepción misma de la coalición.
La del SMI es la enésima, y seguramente no última, pugna en el seno del Gobierno a cuenta de la fiscalidad. Hace apenas unos meses, el PSOE y Sumar volvieron a destapar su conflicto sobre los impuestos durante la negociación del denominado paquete fiscal.
Los de Sánchez pactaron con Junts y el PNV dejar caer el impuesto a las energéticas y reformar el impuesto a la banca, un acuerdo que no sólo soliviantó a Sumar, sino también a los grupos de izquierdas de Congreso (Podemos, ERC, EH Bildu y el BNG). Finalmente, los de Yolanda Díaz y los de Pedro Sánchez cerraron un acuerdo que, entre otros elementos, incluía poner fin al régimen fiscal especial de las socimis, un nuevo impuesto al lujo o subir el IVA al alquiler turístico. Pese a existir este pacto, en la comisión en la que se votó en primera instancia el paquete fiscal los socialistas votaron en contra de algunas de las medidas que se habían comprometido a apoyar.
En esta legislatura todavía no se han presentado unos PGE, pero a finales del pasado año, antes de que Junts tumbara en su primera llegada al Congreso el techo de gasto propuesto por Hacienda, Sumar esbozó su propuesta fiscal. Más impuestos al tabaco, un IRPF más progresivo o un impuesto a las grandes herencias fueron algunas de las propuestas que esbozaron los de Díaz. En la coalición reconocieron entonces que muchas de estas iniciativas iban a ser rechazadas de plano por un PSOE que, asumieron, no compartía el mismo proyecto fiscal que Sumar.
La pugna ideológica en torno a la fiscalidad que mantienen el PSOE y la izquierda alternativa ha vuelto a aflorar, esta vez como consecuencia de la tributación en el IRPF del SMI. Probablemente no será el último conflicto sobre impuestos en el Gobierno de coalición. Pero el final que se apunta es una nueva votación que volverá a perder el área socialista y que dejara en mal lugar y muy quemada a la candidata socialista para Andalucía que sumara esta previsible barrida con el problema de la financiación especial para Cataluña y en detrimento de su propia región, Andalucía.
Si con esos ,mimbres pretende recupera el socialismo en Andalucía y echar a Moreno del gobierno regional va dada o espera un milagro