No obstante, finalmente, esta cuestión no fue abordada durante la cumbre. El representante de Sudáfrica afirmó que nunca se consideró tal planteamiento, y el ministro de Relaciones Exteriores de India también descartó dicha posibilidad.
Pese a la lógica detrás de la idea de que estas cinco economías, que juntas representan aproximadamente el 40% de la población mundial y el 20% de los flujos comerciales globales, puedan querer introducir una nueva moneda en lugar del dólar, lo cierto es que esta idea es bastante complicada de llevar a cabo, al menos en el corto y medio plazo.
Para entender el planteamiento, existen dos enfoques principales:
1- Crear un nuevo banco central que emita una divisa única para reemplazar las monedas nacionales de cada uno de los cinco países (real de Brasil, rublo de Rusia, rupia de la India, yuan de China y el rand de Sudáfrica). Sin embargo, esto requeriría que dichos países renunciasen a su soberanía monetaria, lo que limitaría su capacidad para gestionar el valor de su propia divisa según sus necesidades económicas. Para entenderlo mejor, si Brasil quisiera depreciar su moneda para mejorar sus exportaciones, pero los demás países no estuvieran de acuerdo, Brasil no podría tomar esa decisión de forma unilateral. Por lo tanto, hablamos de un riesgo importante en la gestión de cada país y los distintos factores que inciden en su crecimiento y gestión económica y monetaria.
2- Por otro lado, existiría la idea de adoptar la moneda de uno de los países miembros como moneda propia de los BRICS, como, por ejemplo, el yuan de China. Sin embargo, esto también presentaría grandes e importantes desafíos, ya que los países restantes perderían su soberanía monetaria en favor de China, lo que podría limitar su capacidad para tomar decisiones económicas independientes. Si China quisiese llevar a cabo un recorte de tipos para impulsar el crecimiento económico interno, el resto de los países se verían afectados de manera colateral y sin haber podido influir en la decisión de China, afectando también al resto de las economías de los BRICS que podrían no estar experimentando las mismas características y condiciones que China.
En resumen, ambas vías son complicadas de llevar a cabo y presentan importantes obstáculos para los países miembros.
No obstante, lo que sí es cierto es que estos países tienen el objetivo de reducir su dependencia del dólar en el futuro. En la actualidad, cuando los BRICS venden sus productos al resto del mundo, reciben pagos en dólares y acumulan dichas reservas denominadas en dólares. Sin embargo, las fluctuaciones en el valor del dólar con el paso de los años, ha representado un importante riesgo por depreciación para dichos países.
La mayoría de los BRICS han estado acumulando reservas de dólares durante años, y con el efecto de la inflación, estas se han visto afectadas debido a que mayormente no han importado bienes, sino acumulado reservas.
¿Qué ocurriría si en lugar de acumular reservas en dólares, acumulasen reservas en otra divisa mediante el comercio entre los propios miembros?
Eso nos lleva a pensar en el reciente caso del comercio entre Rusia y la India.
India ha estado comprando petróleo a Rusia con un descuento importante frente al precio en Occidente. Sin embargo, dichas compras han sido pagadas en rupias. Por lo tanto, si hablamos en términos de comercio, Rusia vende petróleo a la India y recibe pagos en rupias, pero colateralmente enfrenta un importante riesgo divisa, es decir, que las rupias se deprecien en el tiempo aún más que el dólar.
Además, las rupias solo son aceptadas en la India y no cubren la hegemonía mundial para comprar cualquier activo a lo largo del mundo, lo cual complica la gestión de sus reservas internacionales, a diferencia del dólar, el cual es aceptado mundialmente en la compra y venta de cualquier bien, activo o servicio.
En última instancia, a pesar de la búsqueda de alternativas al dólar, reemplazarlo con una nueva moneda plantea desafíos considerables para los BRICS y aleja la posibilidad de que se manifieste en un futuro cercano debido a la complejidad de su implementación.