Para hacerse una idea, la última acción de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF), enmarcada en la operación OPSON XI de Europol-Interpol y centrada específicamente en las bebidas alcohólicas ilícitas y falsificadas, se saldó el pasado año con la incautación por parte de las autoridades aduaneras y policiales de casi 14,8 millones de litros de bebidas alcohólicas, vino y cerveza, ilegales. Estas cifras, constreñidas al ámbito de la UE, pueden darnos una idea de la verdadera dimensión del problema a nivel mundial.
En España, más de 4.000 bodegas, 101 denominaciones de origen y 42 indicaciones geográficas protegidas conforman el paisaje de la producción vitivinícola en nuestro país y convierten al sector uno de los grandes motores de nuestra economía, con más de 427.000 empleos y un valor añadido bruto superior a los 23.700 millones de euros, el 2,2% del PIB total. No en vano, España es líder mundial en superficie de viñedo -a lo largo de toda su geografía-, con más de 950.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid, en torno al 13% del total mundial, y figura entre los tres grandes productores de vino, junto a Italia y Francia, con cerca de una media de 38 millones de hectolitros anuales
Por lo tanto, se trata de un sector especialmente sensible al comercio ilegal de productos falsos, de calidad inferior, pirateados e ilegales, un fraude que le cuesta a la industria alimentaria mundial decenas de miles de millones de dólares cada año.
Ante esta situación surgen compañías como SICPA, proveedor global de tintas de seguridad y de soluciones seguras de identificación y autenticación, que ayudan a los principales agentes de la economía a combatir el comercio ilícito por todo el mundo, ofreciendo un marco de protección completo para sectores tan afectados por el fraude como el del vino, de tanto peso para España.
Tipos de fraude
Entre los fraudes más comunes se encuentra la dilución y sustitución de ingredientes, la ocultación del contenido real de los productos y un etiquetado falso o que pueda inducir a error, además de la falsificación y, por lo tanto, infracción del nombre de marca, sin olvidar el robo y la desviación al mercado gris.
Además, por si estos efectos degradantes para la economía fueran pocos, la falsificación de alimentos y bebidas también pone en riesgo la salud del consumidor. Los productos falsificados son, en su mayoría, de una calidad inferior y pueden contener materiales nocivos o peligrosos.
Sin embargo, aunque las medidas actuales que se están tomando por parte de la Industria son importantes, no son suficientes para resolver este grave problema, que tiene efectos negativos en la economía, la fiscalidad, la sociedad y la ética en general. Por ello, se hace más necesario que nunca abordar el problema de raíz, pero sin abandonar lo que ya se está haciendo, y promover definitivamente la implementación de sistemas de control fiables para la cadena de producción y distribución.
Los sistemas de control y las soluciones de marcación desarrollados por SICPA para garantizar la procedencia y el destino final de los productos han sido diseñados para garantizar el origen legítimo de un producto, protegiéndolo con medidas de seguridad que van desde logos y marcas de seguridad difíciles de replicar o imitar, hasta modernas etiquetas de seguridad capaces de garantizar la legitimidad y la no manipulación del producto.
Las etiquetas electrónicas con códigos QR de SICPA -que permiten rastrear el producto desde su origen, verificando el producto que se está comprando, utilizando un tipo específico de tinta y cambios dinámicos visuales para evitar la falsificación y así lograr una mayor confiabilidad para el consumidor final y evitar el comercio ilícito-, han conseguido generalizar su uso en los últimos tiempos gracias a su probada efectividad.
Sin embargo, SICPA ofrece muchas más soluciones para los más diversos problemas. Prácticas fraudulentas habituales como el rellenado de botellas también son detectadas a través de tintas termocrómicas en las cápsulas que sellan la botella. Estas tintas reaccionan ante la posibilidad de intentar quitar la cápsula sin manipular, a través de vapor de agua muy caliente. La tinta se autodestruye y queda inservible si el objetivo es decantar el vino de su interior y volver a rellenar la botella con otro caldo de menor calidad para venderla de nuevo.
Los sistemas de monitorización de la producción y distribución de SICPA para combatir con éxito la falsificación, el comercio ilícito y la evasión fiscal son las mejores soluciones para industrias diversas. Entre ellas, estos innovadores sistemas de conformidad, autenticación, en multitud de productos, que han transformado una seguridad basada en los materiales en una seguridad en base a la digitalización.
Todas estas medidas de seguridad material y digital son una potente herramienta para la lucha contra el comercio ilícito de productos. Además, SICPA realiza un experto análisis junto a sus clientes, que conocen el tipo de retos y problemáticas concretas que deben afrontar, para, de modo muy flexible y particularizado, buscar la solución óptima para cada caso.