Esta salida del estancamiento se producirá tras un 2023 desalentador, en el que estos intercambios registraron una contracción del -1,2%. La evolución del comercio global en 2023 se vio lastrada por la evolución de la eurozona, que supone el 30% del total y sufrió una caída del -4%.
En el pasado ejercicio, los principales mercados europeos se vieron muy afectados por cuatro factores. En primer lugar, por la subida de los precios de la energía, en particular del gas, tras la invasión rusa de Ucrania, que impactó severamente en su industria manufacturera, disparando los costes de sus insumos. A esta circunstancia se sumó la relativa debilidad de la demanda china, de la inversión empresarial en bienes de capital un contexto de elevados costes financieros y la presión de la inflación sobre la renta real disponible de los hogares. Hasta cierto punto, estos factores también influyeron en el resto del mundo, pero su relevancia fue menor. En Estados Unidos el impacto de los precios de la energía fue suave. Esto, unido al fuerte apoyo gubernamental a la economía, favoreció a la industria manufacturera. Además, el consumidor estadounidense mantuvo el gasto, incluso en bienes duraderos, gracias a los ahorros acumulados en pandemia.
Las previsiones de crecimiento del comercio mundial en 2024 y 2025 se fundamentan en la evolución de estos factores. En la eurozona, la industria manufacturera se está recuperando ayudada por unos costes energéticos más bajos y una producción más eficiente. La demanda china y las inversiones también se recuperan gradualmente y la renta disponible de los consumidores se beneficia de una inflación más baja y del crecimiento salarial. Además, la relajación monetaria abaratará el crédito. Todo ello apunta a un mayor gasto en bienes duraderos y a un aumento del comercio.
Aunque la crisis del Mar Rojo pesa sobre esta perspectivas, el riesgo a la baja está relativamente contenido. El desvío de los buques por el Cabo de Buena Esperanza aumenta un 30% la duración de los trayectos entre Asia y el norte de Europa, pero sólo afecta al 9% de la flota marítima mundial. A pesar de que los costes de transporte marítimo han aumentado considerablemente, no hay indicios de que las limitaciones de la cadena de suministro puedan romper el descenso de la inflación. La limitada demanda mundial de mercancías y las ampliaciones de la flota de contenedores respaldan esta afirmación.
A pesar de estas previsiones, la aseguradora de crédito recalca en su informe que el crecimiento del comercio será estructuralmente lento a largo plazo, fluctuando ligeramente por encima del 3% y muy por debajo de la media del 4,9% de las primeras décadas del milenio. El comercio se desarrolla cada vez más dentro de bloques afines: por un lado, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de la OCDE y, por otro, Rusia y China. Este efecto es especialmente pronunciado en sectores estratégicos como la maquinaria y los productos químicos. La cuota de China en las importaciones estadounidenses ha caído casi ocho puntos porcentuales desde que se establecieron aranceles en 2017. Aunque se ha producido cierta reasignación del comercio hacia Vietnam y México, esto no ha hecho más que alargar las cadenas de suministro. Además, se observa un aumento de las restricciones comerciales.
El comercio se desvía y se crea menos comercio. El resultado es una menor especialización, menores economías de escala y menos competencia. El impacto económico de este aumento de la fragmentación, bilateral y entre bloques, se concretará en una pérdida de beneficios del comercio internacional.